El ocaso de una tradición: joyas y artesanías en el centro histórico de Cartagena
Las artesanías y las joyas hechas a mano, que siempre fueron apetecidas por turistas nacionales y extranjeros, han dejado de adornar las vitrinas de las tiendas del centro histórico de Cartagena.

Noticias RCN
10:55 a. m.
Muchos de los comerciantes que sembraron sus sueños en negocios, visita obligada de los turistas, hoy empacan en cajas sus productos, en medio de la tristeza y la desesperanza que les ha dejado la pandemia.
Los hermanos Caballero hacen parte de una familia de comerciantes. Padres, hermanos y primos, todos construyeron sus sueños en 19 negocios dedicados a la venta de joyas y artesanías.
“Empezamos a embellecer los locales las casas porque estaban muy caídas. Nosotros los comerciantes, aun no siendo dueño de ellas, las empezamos a embellecer a cambiar. El aspecto de Cartagena, de la ciudad antigua cambió”, aseguró Javier Caballero, comerciante.
Le puede interesar: El ocaso de una tradición: el Salón Málaga, del tango al silencio sepulcral
Y es que aseguran que 20 años atrás el centro histórico solo era atractivo por las murallas, pero las esmeraldas, las piedras talladas y las artesanías de diferentes regiones de Colombia, convirtieron sus negocios en paso obligado de turistas de todas partes del mundo.
“Esto es una gran cadena, desde artesanos en Pasto, en el Eje Cafetero, San Jacinto, Bolívar, artesanos de bolsos de tagua. Todos están sufriendo porque nosotros somos vitrina de los mineros, de los artesanos para Colombia y el resto del mundo”, expresó Óscar Caballero, comerciante.
Foto: Facebook El Cofre del Caballero
Y si les preguntan por su presente, la respuesta es dolorosa, aseguran que están en quiebra y peor aún resulta pensar en su futuro.
Vea ttambién: El ocaso de una tradición: cierre de tres históricos restaurantes de Bogotá
El ruido que producía la alegría y la admiración de los turistas que se dejaban seducir por la belleza de la ciudad ‘heroica’ y de los productos hechos a mano, hoy se ahoga en el silencio y en la soledad de unas calles que, aunque siguen siendo hermosas, no serán las mismas sin la presencia de los turistas.