¿Irregularidades en el código rojo por alerta de fuga de los chimpancés 'Pancho' y 'Chita'?

Pancho y Chita, los chimpancés sacrificados en las últimas horas por uniformados de la Policía y el Ejército Nacional, en medio de un operativo de búsqueda tras su fuga de las jaulas del Bioparque Ukumarí, en Pereira, estremeció al país y encendió las alarmas sobre el actuar del código rojo de alerta frente este tipo de casos.

“Un error humano”, así definió el bioparque lo que detonó la salida de los dos chimpancés de su condición de cautiverio; una fuga instintiva que terminó en una tragedia que tanto los sectores animalistas y como la comunidad en general cuestionan la reacción del establecimiento en el que habitaban los animales y aun más de las autoridades que procedieron a accionar sus armas de fuego, tal vez, sin considerar otra opción para recuperarlos.

Este sensible y doloroso caso que apaga la vida de dos ejemplares de una especie en peligro de extinción, demuestra que tener fauna silvestre en cautiverio siempre será un riesgo para los animales y para las comunidades. 

Los animales silvestres tienen necesidades muy complejas que no son comprendidas y subestimadas por el ser humano. La libertad le costó la vida a Pancho y Chita, sin objeciones, sin siquiera una oportunidad.

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¿Qué pasó con el código rojo de alerta?

Horas después de  conocerse el sacrificio de Pancho y Chita, el Bioparque Ukumarí informó que el protocolo de alerta, conocido como código rojo, que se siguió no fue solo el más seguro, sino el establecido para abordar estos casos. 
“Duele mucho, pero debíamos proteger las vidas humanas”, indicó Sandra Milena Correa, gerente del Bioparque Ukumarí.

La explicación del establecimiento indica que al momento de encontrarse con los animales, unas 50 personas que hacían parte del escuadrón de búsqueda estaban en riesgo, puesto que Pancho en los últimos años había presentado signos de agresividad. Sin embargo, no se ha constatado que alguno de los chimpancés hubiese intentado atacar a estas personas.

La senadora y animalista Andrea Padilla cuestionó los protocolos de control y abordaje de esta lamentable situación:

"Esta tragedia debe llevarnos a revisar los protocolos que implementan en general esta clase de establecimientos, zoológicos, bioparques, parques de conservación y acuarios, donde hay animales silvestres en cautiverio”.

De acuerdo con la senadora, el lugar debió tener una ruta de atención en la que la muerte, de esta manera, fuera la última opción: 

La matanza debe ser en cualquier circunstancia siempre la última opción

En cualquier caso en el que se suponga reducir y controlar a un animal silvestre se deben considerar una serie de opciones para accionar, entre ellos los métodos tranquilizantes que se utilizan con frecuencia. A este precepto, el bioparque se pronunció:

“Un chimpancé tiene la fuerza de entre 7 a 10 hombres y aún con el tranquilizante puede atacar, por eso no se recurrió a los dardos. Fue una medida para proteger a los cuidadores y quienes participaron en el protocolo”, aseguró Correa.

Al mismo tiempo, precisó que "el tiempo de un dardo tranquilizante es de entre 10 y 30 minutos, mientras pasa eso, el animal te puede matar".

Frente a esta situación, tanto la Fiscalía General Penal Militar y Policial como la Procuraduría abrieron una investigación para determinar las circunstancias en las que se dieron los hechos y si el protocolo que se activó y se desarrolló cumple con los parámetros establecidos por la ley.

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¿Habrá acciones judiciales por muerte de chimpancés?

Aunque en este momento hay investigaciones en curso para esclarecer este lamentable caso, no hay certeza de lo que podría ocurrir con el avance de estas indagaciones. Para Andrea Padilla, más allá de lo que determinen las autoridades sobre la muerte de Pancho y Chita, “esta tragedia debe llevarnos a revisar los protocolos de todos los lugares donde hay animales silvestres”.

La vida de los animales es sagrada

Por su parte, “La Fiscalía 2430 de Conocimiento aperturó noticia criminal por el delito de maltrato animal, consagrado en el artículo 399 A de la ley 906 de 2004, para determinar la participación y posible responsabilidad de miembros de la Fuerza Pública en la muerte de estos primates”

Mientras que la Procuraduría pidió “los detalles sobre la especie y la remisión de los permisos ambientales para el albergue y aprovechamiento de los animales”.

La senadora se preguntó si este repudiable hecho sucedió en uno de los establecimientos con los estándares de seguridad más altos del país, qué ocurrirá al interior de “tantos zoológicos de tres pesos en Colombia” que no cuentan con la rigurosidad del Bioparque Ukumarí.

Se espera que la investigación arroje resultados ejemplares, pero mientras siga habiendo fauna silvestre en cautiverio; los escapes, muerte, maltrato, deficiencias, seguirán siendo noticia.

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