La historia de Logan, el perrito con dos patas que recibió una segunda oportunidad y ahora corre sobre ruedas
Logan es un perrito al que le habían propinado un machetazo que le dañó la columna, por ello los veterinarios sugerían que lo mejor era ponerle la eutanasia.
Noticias RCN
08:50 p. m.
Logan es la prueba de que la crueldad humana es una realidad, pero también de que la bondad hace el contrapeso suficiente para devolvernos la esperanza. Su movilidad natural la perdió cuando se chocó de frente con la intolerancia. Le habían propinado un machetazo que le dañó la columna, le tocó las vértebras y los veterinarios sugerían que lo mejor era ponerle la eutanasia.
La fundación Canes Guerreros decidió que no tomaría esta opción y le dio una segunda oportunidad a Logan. La primera tarea era buscar la ayuda de un especialista que les hiciera acompañamiento en el proceso de recuperación. Cuando el ortopedista vio a este perrito dijo que no había nada que hacer para recuperar la movilidad, y como el daño no se podía reversar, entonces el camino tuvo que ser otro: permitir que siguiera viviendo con su nueva condición, pero con una silla de ruedas que le proporcionara calidad de vida.
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Pedro Felipe es un paisa de 56 años que se dedica, de una manera muy particular, a diseñar y construir esperanzas de vida para los perros que han perdido la posibilidad de caminar. Él, con una silla construida con sus propias manos y las de su esposa, les cambia la vida a los caninos.
Don Pedro, que también rescata animales de la calle, es tecnólogo en diseño industrial. Empezó construyendo sillas en hierro hace cinco años, pero ha investigado y ahora las hace en aluminio. Ya lleva construidas por lo menos 200 de estas herramientas que significan para los animales segundas oportunidades.
La silla de ruedas que le cambió la vida a Logan
Las vidas de Pedro y Logan se unieron cuando militares del batallón Anorí lo buscaron y le pidieron ayuda para la construcción de una silla de ruedas para el perrito. En una semana la diseñó, la fabricó y viajó a san Vicente Ferrer, Antioquia, donde vive el protagonista de esta historia.
Entre el Ejército, Alexa, de la fundación Canes Guerreros y don Pedro, conformaron una red de apoyo que no solo regala calidad de vida a los que no tienen voz, sino que nos recuerda por qué en RCN elejimos creer.