La vida talentosa y extrema de Diomedes Díaz
Millones en Colombia y en otros países lloran la muerte del juglar, la muerte de un vallenatero auténtico que vivió una vida extrema.

Noticias RCN
diciembre 22 de 2013
09:53 p. m.
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Diomedes Díaz logró elevarse a estatus de leyenda vallenata del país muy joven. El 'Cacique de la Junta', apodado así por ser el hijo ilustre de la población incrustada en La Guajira colombiana, llegó a ser más de 300 veces número uno en las radios de todo el país, ganó 20 discos de oro por las ventas de sus trabajos y fue la principal influencia de la llamada ‘nueva ola del vallenato’.
Sin embargo, junto a todo este derroche de talento que le mereció la admiración de millones de colombianos, Diomedes llevó a cuestas una vida privada desordenada, marcada por una acusación de asesinato, su paso por prisión y el consumo de drogas.
Sobre su talento, el cantante Jorge Oñate dice que Diomedes era parte del folclor nacional, porque allanó el camino para que se le diera mayor participación a la voz sobre los instrumentos en la interpretación vallenata.
Oñate asegura que ese es el legado artístico de Díaz, quien empezó su carrera en 1976 con el álbum 'Herencia Vallenata', una suerte de predicción clara de lo que sería su carrera y su vida privada, llena de momentos épicos, escandalosos, pero que sin duda alguna marcaron la historia musical y cultural del país, y llevó a una internacionalización del vallenato.
En 1997 fue acusado de la muerte de Doris Adriana Niño, una amiga suya que falleció en extrañas circunstancias (el dictamen inicial fue una sobredosis de cocaína, pero luego se determinó que murió por asfixia mecánica) después de una noche de fiesta junto al 'Cacique'.
Díaz alegó, por los días del juicio que se adelantaba por homicidio, que sufría del mal de Guillain–Barré, un síndrome que afecta el sistema nervioso e impide la movilidad normal de las personas. Un juez permitió que el cantante permaneciera en casa durante el proceso, pero luego de que un experto médico dijera que Diomedes ya no estaba enfermo, el artista desapareció y tuvo que ser condenado como reo ausente.
Diomedes Díaz huyó. El hombre que se hizo implantar un diamante en un diente (dos veces, porque la primera vez se le cayó la piedra) simplemente se fue de su casa y no se dejó atrapar. Muchos dicen que ni siquiera se fue lejos, que se mudó a su finca El Carrizal, y que allí incluso tenía tiempo de grabar canciones y ponerlas a sonar por todo Valledupar. Cuentan que hasta iba a veces a su casa, a dormir con su mujer una que otra noche.
Era una suerte de genio travieso, que vivía como si fuera el dueño del mundo. Algunos cuentan que sólo Diomedes Díaz era capaz de generar apasionamientos tales que hasta la policía, que sabía que debía detenerlo apenas asomara la cabeza, se hacía la de la vista gorda y se rendía ante los encantos del cantante. Finalmente, en el año 2002 se entregó a las autoridades y fue dejado en libertad condicional en el año 2004.
La chispa de su personalidad era como una estrella que lo guió desde niño, cuando trabajaba como espantapájaros en las tierras de un acaudalado hombre en Valledupar. El niño Diomedes componía canciones mientras asustaba aves para que no se comieran el maíz de su patrón.
Dicen que el pequeño genio no quería ser más nunca el espantapájaros y que quería tener tanto poder que nunca llegara a necesitar uno, porque hasta los pájaros sabrían de él. Para eso usó su voz y su hechizante encanto. Era un juglar, un verdadero vallenatero que grabó 35 discos y llegó a vender 20 millones de copias, algo inimaginable para alguien que cante música popular. Y es que desde pequeño supo que podía abrir puertas con su talento.
Pero su éxito está también en la honestidad de sus canciones, que hablaban del amor y de la vida. De los 28 hijos reconocidos que tiene, y también, con especial énfasis, de la muerte.
Y es que la salud de Diomedes estuvo comprometida, en gran parte por su adicción a la cocaína, pero también por el azar. Hace apenas seis meses estuvo hospitalizado porque un tumor le crecía en la columna. Y en el 2012, viajando en su camioneta de Badillo a Valledupar se accidentó tan aparatosamente que tuvo que ser trasladado a Bogotá para filtrarle líquido de los pulmones.
Pero pese a todo, Diomedes Díaz muere como un mito y es llorado por millones en Colombia y en otros países. Lloran la muerte del juglar, la muerte de un vallenatero auténtico que vivió una vida extrema.
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