Recuperan 3.000 hectáreas usadas por narcotraficantes y paramilitares en Cundinamarca
Los terrenos incautados habían sido utilizados por estructuras del narcotráfico y grupos armados ilegales.

Noticias RCN
04:45 p. m.
La Agencia Nacional de Tierras, en conjunto con autoridades judiciales, policiales y administrativas, recuperó cerca de 3.000 hectáreas de terreno en Puerto Salgar, Cundinamarca.
Agencia Nacional de Tierras recuperó 3.000 hectáreas usadas por narcotraficantes y paramilitares
Los terrenos incautados, distribuidos en 32 predios conocidos como Valle Escondido, Bellavista, La María y La Arcadia, habían sido utilizados por estructuras del narcotráfico y grupos armados ilegales.
Felipe Harman, director de la ANT, aseguró que las propiedades fueron, en su momento, centro de operaciones criminales de reconocidos capos como Gonzalo Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, y Cristian Fernando Borda Gómez, alias El Harlista de la Mafia.
Este último, extraditado a Estados Unidos en 2009. Asimismo, denunció la presencia de intereses ilegales que habrían intentado interferir con las labores de incautación.
“Nos enfrentamos a una institucionalidad que, en algunos casos, ha permitido la ocupación ilegal de estos predios. No estamos aquí para legitimar mafias, sino para devolver la tierra a quienes realmente la necesitan: los campesinos”, declaró Harman, quien también anunció que se solicitarán las investigaciones pertinentes frente a estos hechos.
Gracias al convenio interinstitucional entre la Sociedad de Activos Especiales (SAE) y la ANT, los predios recuperados serán destinados a la Reforma Agraria, garantizando su aprovechamiento con fines sociales, agrícolas y productivos.
“Cada metro recuperado en Puerto Salgar es una victoria sobre la impunidad y un paso firme hacia el futuro. Donde antes se movía droga y operaban helicópteros clandestinos, ahora habrá cultivos, herramientas de trabajo y esperanza”, añadió Harman.
Estas tierras, que durante años sirvieron como bases logísticas del narcotráfico, puntos de acopio de marihuana y cocaína, y centros de poder de grupos paramilitares, serán ahora un motor para el desarrollo rural.
La meta ahora es que estos espacios generen empleo, fortalezcan la economía campesina y contribuyan a consolidar la paz en una de las regiones más afectadas por el conflicto armado.