Lo que se revela de la cultura catarí en las primeras horas del Mundial
¿Es cierto que arrestan por determinadas maneras de vestir y que son apáticos?
Sebastián Arenas ENVIADO ESPECIAL CATAR
04:27 a. m.
Con la camiseta argentina puesta y una bandera de Irán como capa. Así caminó un niño este domingo hacia el Fan Fest, donde los hinchas que no tienen entradas para los partidos se reúnen a compartir su amor por la pelota. Allí llegaron también las familias cataríes sonriendo y conversando en inglés con los aficionados de otros países. La amabilidad, su regla. De hecho, una de sus más preciadas.
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Los cataríes no se quedan tranquilos hasta que un extranjero entiende cómo llegar a su destino. Se toman el tiempo necesario para explicar y hasta acuden a sus propios teléfonos móviles y piden un carro por aplicación. Y vuelven a sonreír. La mayoría, claro. Como en todas las naciones, hay quienes tienen un carácter más frío y prefieren vivir alejados de la euforia. En este caso, de la del fútbol.
Y Catar tiene sus costumbres religiosas y culturares. Y a raíz de ellas se ha mencionado, entre otras cosas, que, si una pareja homosexual es vista en espacio público, es arrestada. Camino al Fan Fest, en medio de policías y autoridades, dos hombres caminaron de la mano, expresaron su cariño mutuo y pudieron continuar su camino y celebrar de la ceremonia inaugural del Mundial. Al menos en este caso, los rumores no fueron ciertos.
Se escuchaba que irían presos quienes utilizaran prendas que dejaran ver las rodillas y que las mujeres debían tapar sus hombros. Por ahora, otra mentira. Hinchas y periodistas transitan con indumentaria cómoda y son tratados con amabilidad. Aún no han detenido a nadie por su forma de vestir. Por supuesto, no todo es perfecto y el choque cultural se percibe en diversos espacios. Pero, así como se han conocido sucesos verdaderos sobre los actos de sus dirigentes y los organizadores de la Copa del Mundo, muchas mentiras sobre el pueblo catarí también se han viralizado a través de las no siempre bien utilizadas redes sociales.
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En Doha no solo hay personas oriundas de los países que juegan la Copa del Mundo. Hay futboleros de Pakistán, India, Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Kenia y, claro, Colombia. Conviven en el metro, en los buses y en las calles, donde el ambiente, hay que admitirlo, no es el mismo de otros mundiales. Se escuchan pocas arengas y cánticos y, aunque en este caso el evento es en un área relativamente pequeña en comparación con otros, no se perciben grupos de aficionados en muchos de los espacios públicos.
Respecto a la polémica por grabar en espacios públicos, a algunos cataríes sí les molesta que les apunten con los celulares y sí hay policías que impiden que las personas graben en estaciones del metro. Así le sucedió a este medio el sábado en la noche a su llegada a Catar. No obligan a borrar el material audiovisual grabado. Ese caso es la excepción, no la regla. Y las prohibiciones las expresan con decencia.
En el Medio Oriente el fútbol toma fuerza, pero no es prácticamente la vida misma, como se siente en Suramérica. Cuando se terminó el primer tiempo del Catar vs. Ecuador, muchos hinchas locales se fueron de un estadio que, faltando diez minutos para el final, quedó prácticamente con solo los simpatizantes ecuatorianos. Es decir, los anfitriones tienen otros intereses, pero no dejan de respetar los de los foráneos. Y a ellos los ayudan, los respetan y les sonríen. Su timidez no es sinónimo de antipatía.
Por: @SebasArenas10