La historia de la psiquiatra que trata a asesinos en serie y abusadores sexuales

La sociedad es la primera en condenar a aquellas personas que atentan contra la vida de sus semejantes. Es más, existen algunos casos en los que la venganza en propias manos es una posibilidad en forma de rechazo por esos crímenes, asesinatos en serie o abusos sexuales que no caben en la mente de los mortales.

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Sin embargo, en la vida todo se ve y así como existe el bien, también está el mal y así como algunas personas tratan de llenar de amor a sus semejantes, otras solo quieren hacerles daño. En algunos casos se dan por problemas psiquiátricos, que los impulsan a atentar contra otros seres humanos en actos repudiables.

¿Quién es la psiquiatra Gwnen Adshead?

Para todas estas personas no solo existe la condena social y penal, sino que también tienen que pasar tiempo con terapeutas, quienes intentan entrar en sus mentes para entender sus actos, este es el caso de la psiquiatra Gwnen Adshead.

No es un trabajo que esté conociendo hasta ahora, lleva décadas trabajando en el hospital psiquiátrico de alta seguridad Broadmoor, en Inglaterra. Allí se entrevista con pacientes que se han visto involucrados en actos atroces de violencia en la sociedad.

Uno de sus pacientes se le conoce como Tony, un hombre que decapitó a su primera víctima; también aparece Zahra, quien encendía en fuego a otras personas. Finalmente, Ian, quien abusó sexualmente de sus dos hijos.

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Para ella no es fácil este trabajo y reconoció de la complejidad de adentrarse en un mundo oscuro, de paredes cerradas y que tiene tanta crueldad en la misma esencia.

“Exponemos a estos "monstruos" y pensamos "¡Oh, que bien que estén ahí”, creo que eso quizás nos ayuda a sentir que no somos como ellos! Pero la verdadera preocupación es: ¿será que bajo ciertas circunstancias cada uno de nosotros tendrá la capacidad de hacer algo monstruoso?”, aseguró en entrevista con la BBC.

Su trabajo como psiquiatra

Su trabajo es más complejo de lo que cualquier humano se podría preguntar. Suelo enfocarse particularmente en ayudar a las personas a explorar cómo pudieron llegar a ser tan crueles con otra persona.

“Cuando hablamos de la maldad humana a menudo se reduce al hecho de ser cruel con otras personas. Creo que las cosas que tendemos a considerar más malévolas involucran infligir, de manera deliberada, crueldad sobre personas que son extremadamente vulnerables. Lo que intento es que ellos exploren, expliquen y articulen los sentimientos, las emociones que subyacen esos actos de gran crueldad”, añadió.

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Una de las grandes preguntas que se atrevió a responder era si la crueldad tenía que ver con la genética y su respuesta fue contundente.

“No, no es correcto. Hay una gran cantidad de investigación en esa área y no hay ninguna evidencia de que haya genes para la violencia, en absoluto. Lo que sí hay son genes para neurotransmisores que hasta cierto punto podrían contribuir a que una persona se altere. Puede haber cierta disposición genética a los trastornos del estado de ánimo que pueden contribuir un poco al riesgo, pero eso representa solo un poco del riesgo de violencia”, comentó.

Dolor de su trabajo

Pero no solo es sentarse a escuchar a sus pacientes, es digerir esa información, es mantenerse ajena a cualquier tipo de calificativo. Es el hecho de llevarse esa cantidad de trabajo a la casa y pensar en sus pacientes.

“Mi experiencia como terapeuta me ha dado un nuevo nivel al significado de la palabra tragedia. Una tragedia es algo que data de los antiguos griegos en la que la persona comete una acción con consecuencias irreversibles. De esa manera, nunca puedes volver al lugar al que estabas antes. En la vida hay muchas cosas que podemos cambiar y avanzar hacia algo mejor, pero cuando matas a alguien es como si destruyeras un mundo”, aseguró.