Más humanidad, menos cifras | Por: María Fernanda Navia
En muchos de los casos el derecho vulnerado no tiene vuelta atrás, si ya no hay vida o si el daño psicológico es tan profundo que deja huellas
07:33 p. m.
Por: María Fernanda Navia C.*
@MafeNaviaC en Twitter
Estos renglones no bastan para expresar la indignación y el dolor que sentimos muchos, cada que ocurre un caso como el del pasado 22 de junio, en el corregimiento de Santa Cecilia, Risaralda; con una pequeña de 12 años, perteneciente a un resguardo de la comunidad Embera.
Como mujer, como madre y como colombiana me produce horror, y sé que sentimos esta misma impotencia y profunda tristeza, cuando nos enteramos de cada caso que se hace público.
Julieth Xiomara de 21 meses, Génesis y Jenny Katherine de 9 años, Yuliana de 7 años y esta pequeña indígena del pasado lunes, son solo seis de los miles de atroces casos que ocurren cada día en nuestro país. Solo en Bogotá se registran al rededor de 10.000 casos al año según Medicina legal, pero las cifras nunca serán las reales por que varían cada hora y, además, está el hecho de que los casos no se registren y las víctimas por muchas razones no puedan denunciar.
Pero es que esto no se trata de cifras, esto se trata de humanidad, de respeto a la vida y a los derechos de los menores, que son lo más sagrado y que en el artículo 44 de nuestra constitución, están consagrados con el más alto nivel normativo.
Los derechos de los niños están fundamentados en la dignidad humana, y prevalecen sobre los de los demás. Para protegerlos, defenderlos y prevenir su vulneración están el estado, la familia y la sociedad. Para ofrecerles garantías para el sano desarrollo de su vida.
El Instituto Colombiano de Bienestar familiar ha creado el modelo de Restablecimiento de Derechos, el cual es muy valioso y ayuda enormemente en muchos de los casos; se trata de la ayuda en la restauración de la dignidad y la integridad cuando los derechos de los menores han sido vulnerados; resarcir el daño, con un importante acompañamiento psicológico, emocional y en diversas áreas para la víctima y la familia y así trabajar en reconstruir su proyecto de vida.
En muchos de los casos el derecho vulnerado no tiene vuelta atrás, si ya no hay vida o si el daño psicológico es tan profundo que deja huellas, traumas o secuelas para siempre; por lo cual creo que ayudaría trabajar en evitarlo desde la raíz, desde la prevención de estas situaciones.
¿Y cómo?, pues la respuesta a muchos de nuestros problemas como sociedad: con educación. ¿Qué pasaría, si remitiéndonos a este caso en específico, pensáramos en educar al individuo antes de que se convierta en un agresor? Indagar mas a fondo, sobre quién es, en que condiciones se han desarrollado sus primeros años de vida, cómo ha sido su entorno familiar y cómo está su salud mental; en pocas palabras, saber realmente quiénes están encargados de proteger a nuestra población, a nuestras comunidades.
Y ésta una inquietud que me encantaría plantearle a nuestras fuerzas militares, en este caso, y aclarando que no podemos juzgar a justos por pecadores y que aquí, ¡repito, es claro! Que solo un grupo de soldados fue el que atacó a esta pequeña e indefensa e niña.
Para esta comunidad indígena quedó defraudada la confianza que depositaba en estos hombres, que para ellos eran la presencia del estado en el área que habitan. Por eso desarrollar cada vez más herramientas de prevención, es responsabilidad del estado.
Solo a manera de reflexión, conociendo que a los jóvenes en su ingreso les practican algunos exámenes médicos, odontológicos y uno psicológico, ¿Qué pasaría si en los procesos de incorporación al servicio militar, se analizara, se evaluara a través de procesos psicológicos más profundos su personalidad y que en sus primeros meses de servicio militar recibieran una mayor formación, un refuerzo en la educación que traen de casa, que vaya mas allá de saber portar su uniforme o manejar un arma?
Una formación en la que realmente y a conciencia, con valores y vocación protejan, respeten y defiendan la integridad, la dignidad y la vida de cada uno de los colombianos, ¡empezando por los más pequeños!
*Periodista y presentadora