¡Odio en redes sociales! De inocente reacción a potencial tragedia | Por: Miguel Jaramillo
Es indudable que el encierro pandémico es caldo de cultivo de muchos odios en un tiempo de alta incertidumbre, miedo, tiempo ocioso y redes sociales.
07:11 a. m.
Por: Miguel Jaramillo Luján*
@jaramillolujan en Twitter
Nunca antes la humanidad había estado tan contra las cuerdas como ahora en la búsqueda de la verdad, sobre todo por el impacto nocivo del odio y las noticias falsas. Siameses que vienen haciendo de las suyas en redes sociales y medios masivos en contra de la imagen, reputación, pero --peor aún--- degradando y poniendo en riesgo la vida de muchos.
En España la Secretaría de Estado de Seguridad reveló que el 45 por ciento de los crímenes de odio se inician en las redes sociales y ese dato se refleja también en evidencias que entrega la Policía de Colombia, en casos como las agresiones de integrantes de barras bravas que se inician en redes sociales y terminan a machetazos en las calles o episodios como las masacres ocurridas en Francia y Estados Unidos, donde las autoridades de estos países han develado la fuerte conexión entre los social media, como una herramienta de uso cotidiano para el terrorismo.
Ashton Carter, secretario de Defensa de Estados Unidos, alguna vez lo afirmó a los medios “ISIS son los terroristas de los social media”. Según el experto argentino Daniel Ivoskus en su libro Mentirosamente cada segundo se crea un perfil nuevo de Facebook y en esa red hay 83 millones de perfiles falsos, a disposición de solo la cuarta parte de la población mundial. Y en Instagram se publican 47.000 imágenes por segundo.
¿Cómo separar la mentira de la verdad en este caótico universo de redes cruzadas y entrelazadas? Pareciera que una inocente réplica de un trino, post o imagen o meme contra alguien que nos disgusta solo fuera un chiste que le haría pasar una rabieta, un mal rato.
Pero es necesario ir más allá y comprender el gran poder exponencial que tienen varios de los algoritmos de algunas redes sociales como Instagram, Facebook o Tik Tok con capacidad para sobredimensionar una mentira y volverla verdad en segundos, convirtiendo una broma o un comentario virtual en una reacción de odio que podría volverse un grito, una agresión e incluso terminar con la integridad o la vida de alguien en el mundo real.
Un joven chileno, Luciano Rendón, fue víctima de una agresión física en 2012 que lo dejó con secuelas de por vida en su integridad por cuenta del odio político, exacerbado por hordas de odiadores en redes sociales.
Como Luciano o con peores consecuencias, miles de personas hoy han perdido su reputación, son discriminadas en lo personal, laboral e incluso han sido víctimas de la justicia formal o de la humana que los condenan al matoneo, bajo verdades a medias o ese afán tan humano de “hacer justicia”.
La responsabilidad directa no es de la sociedad o de los estados, pues ambos son actores impotentes frente al control que deben tener las plataformas como empresas privadas y los usuarios que contratan con estas su presencia virtual, bajo documentos de letra menuda que casi nunca leemos y siempre exponen nuestra privacidad, poniéndonos en riesgo sin el más mínimo control para beneficio de la necesaria viralidad que fortalece la lógica de mercado de cada plataforma.
Es indudable que el encierro pandémico es caldo de cultivo de muchos odios en un tiempo de alta incertidumbre, miedo, tiempo ocioso y redes sociales. Razón más para no hacerle el juego al odio, vengan de donde vengan, pues pareciera responder a inocentes reacciones emocionales. Pero en un alto porcentaje es instrumento de oscuros y altos intereses que se ocultan bajo la emocionalidad para lograr sus objetivos.
Usted que me oye o me escucha puede hacer mucho contra el odio y las noticias falsas: no replique hechos que no verifique, aunque se los envíe alguien conocido o familiar; revise a qué usuarios consume, pues si tiene pocos seguidores y es monotemático seguro es un perfil falso o un robot; denuncie perfiles y contenidos que inciten al odio o la discriminación ante la misma plataforma donde los ve o los consume y siempre comparta contenidos propios, que contribuyan al bienestar de los demás.
*Estratega y consultor