‘Capitán’, un payaso que no pertenece al planeta Tierra y regala vida
Viene de las estrellas y con su poder del ‘clown’ se ha convertido en el superhéroe de los niños. Esta es la historia de Juan.
Felipe Galindo
03:15 p. m.
Apenas se escuchan las burbujas de una máquina de oxígeno y el fuerte viento en el exterior, la habitación es blanca y en ella duerme una persona muy especial que marcó la vida de ‘Capitán’, el protagonista de esta historia. Es el lugar de pacientes crónicos en el Hospital Roosevelt, en Bogotá.
‘Capitán’, un hombre que no pertenece al planeta tierra y viene de las estrellas, tiene como misión sacar sonrisas, esas que él llama ‘los jugos de la felicidad’, y que, en términos más precisos, tienen que ver con la estimulación de los músculos de la cara para que el cerebro segregue serotonina, dopamina y oxitocina.
Con sus pasos agigantados, una capa con la bandera de Colombia, un casco de aviador, un ukelele y una nariz roja, ‘Capitán’ abre la puerta de la habitación en la que un niño descansa. Sabe que está dormido, pero no importa, pues la terapia que él brinda también funciona cuando los pacientes están en ese sueño profundo.
Con los ojos cerrados, este hombre de capa y gorro, comienza a cantar y bailar al ritmo de una canción de reguetón que jamás había escuchado, pero que a su paciente le encanta y, al compás del ukelele, se hace divertida. Minutos más tarde, la enfermera de turno le informa que el niño abrió los ojos y lo está escuchando. No puede hablar, pero, a través de sus pupilas, le indica a ‘Capitán’ que no pare, que el show terapéutico debe continuar.
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Finalizada la terapia, ‘Capitán’ se despoja de sus cosas e inicia, junto a los demás payasos que lo acompañan, la actividad de cierre -un círculo en el que los ‘clown’ se quitan la nariz roja y descargan la energía y sentimientos acumulados durante la sesión-. Fue en ese momento que una doctora de la unidad de pacientes crónicos se acerca al espacio y, con la voz cortada y los ojos rojizos, les cuenta que aquel niño que no puede hablar y que estuvo en terapia con ‘Capitán’ despertó del coma en el que había caído hace aproximadamente un mes. Las lágrimas no se hicieron esperar.
“Se me aguaron los ojos, no soy de demostrar sentimientos cuando estoy con el ‘clown’, pero despertar del coma a un niño por ser un payaso… Uff”, le dijo Juan Piñeros, también conocido como ‘Capitán’, a Noticias RCN.com.
Un payaso por naturaleza
Ser payaso no es fácil, eso lo tiene claro Juan Edilberto Piñeros, quien desde hace cuatro años decidió dejar todo lo que tenía, para hacerle caso a su corazón y compartir lo poco o mucho que consiga.
Juan nació en Bogotá hace 33 años y, a bordo de un Land Rover Santana de 1980, herencia de su abuelo, recorre los lugares más recónditos de Colombia para llevarle su terapia a los niños que más lo necesitan, a aquellos que una sonrisa o diez minutos de risas les puede significar una bocanada de oro líquido o, en resumidas cuentas, el elixir de la vida.
El ‘clown’, como cualquier profesión, requiere meses de estudio, dedicación, interiorización y mucho amor, pues la mayoría de las visitas a hospitales y centros médicos son voluntarias.
El ‘clown’ es el alter, es ese personaje que se crea con ciertas características propias y también con cualidades que no van con uno. Se buscan cosas que no sean de uno, para que el cerebro entienda que realmente es alguien que tiene su historia
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El ritual para encontrar el otro yo
Immanuel Kant, filósofo y científico prusiano de la ilustración, explica el fenómeno como aquello que aparece y es conocido, y el noúmeno, como la cosa en sí, aquello que es intangible.
A Juan, por ejemplo, le llevó semanas encontrar su ‘cosa en sí’, su otro yo, ese alguien que físicamente es igual, pero que interiormente es otra persona. Un superhéroe para los niños.
El primer paso para entrar en el otro yo es vestirse tal y como se lo exige el alter, con las características que hacen del ‘clown’ un ser distinto para los niños, un ser maravilloso que hace volar la imaginación. Luego, viene un círculo en el que todos los payasos y médicos se toman de las manos para canalizar energías. Los ‘clown’ se dan la vuelta, cierran los ojos y se ponen la nariz roja, nadie los puede ver de frente, es un momento de reflexión, de transformación, espiritual. Yo con yo. Mágico.
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Y es que la nariz roja lleva consigo una responsabilidad enorme, pues esa espumita con una abertura en la mitad es el objeto que le permite a Juan y a los payasos terapéuticos entrar en su otro yo, ver el mundo distinto, ver un planeta sin enfermedades.
“Ser payaso es algo serio, es chistoso porque las personas piensan que el payaso es idiota, tonto, pero, para llegar a serlo, hay que preparase, hay que estudiar, hay que tomarlo en serio, porque cuando uno se enfrenta a la muerte y la mira a los ojos, tiene que cantarle para que sea bonita, para que haga lo que tenga que hacer”, manifestó Juan, quien dejó atrás su cotidianidad de oficina, tráfico, compras y deudas, para cumplirle la promesa a su abuela de ser el mejor payaso del mundo.
Son cuatro años en los que Juan cambió su vida para ayudar a niños, abuelos y animales. Montado en el Santana color esmeralda, ‘Capitán’ transita por las principales carreteras de Colombia, junto a Banyo, su mejor amigo -un perro criollo de color blanco con manchas negras-, en busca de comunidades olvidadas que necesitan esa sonrisa para olvidarse de las adversidades y salir adelante. Todo, sin esperar nada a cambio. Todo, con el corazón. Todo un ‘clown'.