El fotógrafo de la muerte: un hombre cuya vida parece una película de misterio
Ha fotografiado a unas cien mil personas cuya vida se perdió en medio de accidentes o atentados criminales.
Noticias RCN
08:26 p. m.
Cada día la nostalgia pesa más en la maleta de Carlos Humberto Forero, un fotógrafo de 69 años que intentó durante años congelar el rostro de la ‘dama inevitable’.
Paso a paso su ruta se repite, son 34 años con el ritual, en el que cualquier camino siempre lo lleva a ella, y cuando aparezca, su arma debe estar lista para cazarla pues, tal vez, solo tenga un disparo antes de que desaparezca.
Carlos es el fotógrafo insignia del grupo de inspección a cadáveres del CTI, aunque solo cree en lo que ve, sabe que ella está ahí, que es esquiva y que en ocasiones se burla de él.
Siempre armado con su cámara, pasa los días arriesgando muchas veces la vida en las calles de Bogotá.
Ha fotografiado a unas cien mil personas cuya vida se perdió en medio de accidentes o por acción de criminales. Podría armar kilómetros de imágenes con las trágicas escenas captadas por su lente, sin la pretensión de juzgar.
Su larga experiencia en el DAS y luego en el CTI lo convirtió en un perito forense de cabeza fría, un observador de alta precisión; es uno de los legendarios de esta clase de fotografía, quizá la más difícil de hacer.
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En la escena del crimen su trabajo es clave para establecer hipótesis y determinar causas, así fue como convivir con la muerte se convirtió en su vocación. Con frecuencia los casos que registra a través de su lente se convierten en una película de misterio.
La Violencia a través del lente
En los años 70 y 80 ya empleaba modernas cámaras que revelaban imágenes en blanco y negro, además, calcula que en su archivo existen más de cinco millones de fotografías de atentados, masacres y asesinatos, incluidos varios de personajes políticos como el del militante de la UP, José Antequera, en el que resultó herido un futuro presidente.
En la época del narcoterrorismo, cuando algunas ciudades colombianas fueron sacudidas constantemente por explosiones, el fotógrafo obtuvo imágenes históricas que fueron vistas en el mundo entero.
Precisamente el 6 de diciembre de 1989, cuando creía que había perdido la noción de lo que significa miedo, vivió muy de cerca la muerte. En ese momento, por primera vez, la sintió con todo su fragor.
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La bomba en el DAS, que estalló y ensombreció al país ese día de diciembre por las ambiciones del cartel de Medellín en cabeza de Pablo Escobar, fue para Carlos algo parecido al fin del mundo. Con temor recuerda cómo todo se oscureció y entendió que, aunque reclame vidas ajenas, la muerte tiene una propia.
En su apartamento, muy cerca al laboratorio del CTI en el occidente de Bogotá, hay un rezago de muerte, la estudia, la reconoce y hasta la reta, para decirle que con todo su poder no ha sido capaz de llevarse su tesoro.
Para Carlos es difícil aceptar que pronto dejará de trabajar, tal vez por eso en los días de descanso aún lo ven cerca al trabajo con la mirada fija en la nada porque, de pronto, él es capaz de reconocerla en la noche.
El fotógrafo de la muerte tiene un récord histórico y triste: cientos de miles de víctimas retratadas, a las que siente que les hizo justicia inmortalizando su final; una misión cumplida.