'La Mansión' era el centro de operaciones de una red que torturaba niños para vender droga en Bogotá
Un edificio que funcionaba como un pagadiario era el lugar donde empacaban y entregaban droga a niños para que la comercializaran en ollas de Bogotá.
Noticias RCN
09:25 p. m.
En un operativo de inteligencia las autoridades lograron desmantelar una red delictiva dedicada al tráfico y venta de estupefacientes en el centro Bogotá. Una edificación conocida como 'La Masión', era el centro de operaciones de una organización delictiva que no solo comercializaba grandes cantidades de droga, sino que lo hacían a través de la instrumentalización de menores.
Un edificio de seis pisos y 36 habitaciones era el núcleo de una estructura criminal que se dedicaba a la fabricación y comercialización de estupefacientes en el corazón de la capital colombiana. En el operativo nueve personas fueron capturadas.
Esta banda vendía en los puntos de consumo más algidos de la ciudad marihuana, cocaína y bazuco. Su insignia eran las papeletas amarillas en las que empacaban la droga.
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La banda y las operaciones criminales en 'La Mansión'
La organización criminal dedicada al tráfico de estupefacientes era conocida como 'Los amarillos', liderada por una mujer identificada como alias La Mona, una de las jefes financieras de la estructura delictiva.
En medio del operativo se logró la captura de nueve personas que hacían parte de la banda. En el allanamiento, los miembros de la banda intentaron evitar que los uniformados ingresaran al edificio.
Las autoroidades incautaron 2.346 papeletas con clorhidrato de cocaína, $360.000 en efectivo y varios celulares.
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Torturaban niños para que vendieran droga
De acuerdo con las labores de inteligencia adelantadas por los investigadores, esta red delictiva instrumentalizaba a menores de edad para la comercialización de los estupefacientes.
Cuando los niños con cumplían con las metas de venta, eran sometidos a vejámenes y tourturas. Las edades de los niños oscilaban entre los 12 y 15 años.
Los menores eran obligados por sus propios padres a llevar la droga a las olla de los sectores cercanos al centro de Bogotá.
En el lugar, donde habían 36 habitaciones de pagadiario, no solo funcionaban como el epicentro del crimen, sino que también eran arrendadas para el consumo de drogas.