Luis Carlos Galán, símbolo de una generación
La noche del 18 de agosto de 1989 el caudillo fue asesinado, pero nació uno de los más grandes referentes del siglo XX en Colombia.
Noticias RCN
08:00 a. m.
Pocos minutos después de que se confirmara la noticia, el 18 de agosto de 1989, Luis Carlos Galán se convirtió en un mito y un símbolo para toda una generación.
Los afiches de su campaña lo convirtieron en una figura icónica, una foto de Javier Pesca, intervenida por un equipo liderado por Carlos Duque.
“Tuve la oportunidad de trabajar dos momentos de la imagen de Galán. La primera con base en una fotografía del Galán comunero, que lo llamaban en ese momento, que es el afiche del grito. Lo posiciona en una especie de héroe rebelde, revolucionario. Y una segunda imagen que fue un hombre más reposado mirando al firmamento”, relató Duque.
Luis Carlos Galán ha inspirado libros, miles de páginas de imprenta. Desde los textos que buscan una explicación al magnicidio hasta novelas, escenas memorables en la literatura de los años recientes, cómics, o libros biográficos como el que hace poco presentó Gloria Pachón, su esposa.
Pero, además de libros, Luis Carlos Galán también inspiró monumentos y homenajes que se encuentran en plazas y avenidas en varias ciudades del país.
Y es que el Galán de plaza pública es quizá, el más recordado, el más entrañable.
“Primero, se preparó mucho, leyó mucho sobre historia para entender el momento histórico que le tocó vivir, por eso siempre tenía muy claro su mensaje, sus ideas y las transmitía con una facilidad increíble. Improvisaba prácticamente siempre sus discursos”, expresó Claudio Galán Pachón, hijo de Luis Carlos Galán.
Ahora, los discursos y las frases de Galán son videos YouTube, láminas virales en redes y material de consulta entre estudiantes.
El más memorable, quizá el de Galán que habló en Venezuela sobre las ideas y la muerte:
“A los hombres se les puede eliminar, pero a las ideas no y, al contrario, cuando se elimina a veces a los hombres, se robustecen las ideas”
Galán hiló su mensaje llevando la voz de los más necesitados y de los territorios más alejados, allá a donde el Estado no llegaba.
La gente veía en Galán a un hombre diáfano que era capaz de levantar la voz para criticar la corrupción que carcomía al Estado, especialmente para fustigar a quienes quebrantaban los valores éticos y morales.