Violencia vicaria: lo que hay detrás de los asesinatos de niños y niñas a manos de sus padres
La violencia vicaria explicada desde un punto de vista de género, en el que los niños y niñas son usados para causar un daño moral a la madre.
Laura Alturo
08:04 p. m.
El reciente caso por el asesinato del pequeño Gabriel Esteban, presuntamente a manos de su padre en un hotel de Melgar, quien lo recogió el pasado domingo 2 de octubre en su casa en Bogotá para cumplir con la visita quincenal concedida como parte de la custodia compartida, ha despertado la indignación del país.
Hasta ahora, se sabe que el menor salió de su casa en compañía de su padre, Gabriel González, quien sería el responsable de su muerte, al parecer por una venganza en contra de la madre del pequeño, de quien se había divorciado.
Pero, ¿qué se esconde detrás de este lamentable hecho y de los múltiples casos en Colombia en los cuales niños y niñas son asesinados por sus padres como parte de una “venganza” contra las madres?
Pues bien, existe un término conocido como violencia vicaria que se refiere a los hechos en los que se sustituye la violencia directa en contra de las mujeres por actos crueles hacia sus seres queridos, usualmente hijos e hijas.
Este tipo de violencia de género se caracteriza por ejercer un daño moral permanente a las mujeres, que se ven perjudicadas por el asesinato de sus hijos como un método de venganza, casi siempre tras una separación con quien funge como figura paterna.
Karla Pérez, abogada feminista de Sisma Mujer, explicó el concepto como “una violencia de género en la que los hombres continúan ejerciendo poder y dominio contra las mujeres, en un contexto estructural de discriminación”. Además, señaló que suele presentarse como “un castigo hacia las decisiones” tomadas por ellas después de terminar una relación.
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Cabe aclarar que entenderla de este modo no busca relegar ni restar importancia a la violencia evidente hacia los niños y niñas, quienes se convierten en objeto de los padres para hacer daño a su pareja o expareja.
Además, según la experta, la violencia vicaria se extiende incluso después de la separación, pues normalmente se da en el marco de las visitas y las custodias compartidas, en las que se presume que los padres tienen el derecho y la legitimidad de estar con los niños y niñas.
Este es un daño moral permanente con el que carga la mujer durante toda su vida.
¿Cómo se manifiesta la violencia vicaria?
Para Karla Pérez, la violencia vicaria ocurre casi siempre en contextos de relaciones personales antecedidos por otros tipos de violencia contra las mujeres, en los que incluso contando con medidas de protección, los hombres logran ejercer daños morales.
“Esto pasa porque muchas veces no se revisa si hay antecedentes de violencia en contra del padre, sea sobre la mujer o sobre el niño o niña”, recalcó Pérez. Asimismo, afirmó que, si bien no todos los hombres que son violentos con sus parejas son malos padres, sí existe un precedente que debe ser tenido en cuenta a la hora de estudiar estos casos.
Muchas veces utilizan a los niños para agredir a las mujeres, usan el acoso judicial para amedrentar y perseguir a las madres y para que les permitan las visitas.
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Violencia vicaria en Colombia
La violencia vicaria no está concebida y aterrizada como un concepto en los escenarios jurídicos del país, por lo que se vuelve difícil para las organizaciones establecer una cifra exacta de los casos que se presentan.
Sin embargo, Sisma Mujer calcula que entre enero y agosto del 2022 se registraron en Colombia al menos 11 asesinatos contra niñas y niños, perpetrados por su padre o padrastro. De estos, hay siete casos en los que el asesino fue el padrastro y en los cuatro restantes se señaló al padre.
Estas cifras obtenidas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, provienen de denuncias o procesos existentes, por lo que la organización considera que representan una considerable brecha entre la realidad y lo que llega a manos de las autoridades.
¿Cómo prevenir la violencia vicaria?
En Colombia son pocas las políticas públicas que buscan atender con un enfoque diferencial las violencias basadas en género y, en palabras de Karla Pérez, estas surgen únicamente después de que se presentan casos de mucho impacto, tal como sucedió con el feminicidio y la ley Rosa Elvira Cely.
Es por esto, que desde Sisma Mujer plantean la necesidad de trabajar en torno a los esfuerzos de carácter internacional que se desarrollan en el marco de la protección y prevención de las violencias.
Según la experta, la falta de institucionalidad en Colombia para la protección de las mujeres víctimas de violencia se refleja en la cantidad de casos que quedan archivados, principalmente por la ausencia de jueces, comisarios y fiscales capacitados para atender temas de género desde una perspectiva no revictimizante.
¿Por qué lo de las mujeres siempre hay que dejarlo de últimas, por qué es una justicia de segunda categoría?
Para Pérez, la institucionalidad encargada de investigar y tratar las violencias en contra de las mujeres “es la que menos financiada está, la que cuenta con menos equipos”, por lo que en muchos casos la justicia y la reparación suelen quedar aisladas.
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Si no hay sanción, el mensaje es el de la impunidad. La reparación siempre queda escondida y es algo sumamente importante para que las mujeres puedan salir de los contextos de violencia.
En Colombia, aunque la violencia contra la mujer ha cobrado cada vez más importancia, aún es largo el camino que queda por recorrer en términos de sensibilización, educación, protección y prevención.
Si bien existe la ley 1257 del 2008 que define pautas de prevención, protección y estabilización para las mujeres víctimas de violencia en los ámbitos público y privado, el acceso de la justicia suele ser revictimizante y, en ocasiones, estereotipado.
Cuando se denuncian los casos aún existen concepciones estereotipadas de que las mujeres acudimos a la justicia por venganza o por mentirosas. Es un doble rasero, si vamos a la justicia somos vengativas, pero si no vamos nos preguntan por qué no lo hicimos.