¿Cómo reactivamos esto en la práctica y sin tanta carreta? | Por: Andrés F. Hoyos

Por: Andrés F. Hoyos E.*
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Parte de la problemática sanitaria que nos aqueja, es que no hemos entendido realmente frente a qué nos hemos enfrentado en estos meses. Entre tanta teoría, mitos urbanos, el amigo de un amigo que nos cuenta cómo se contagió sin salir de la casa, o el sabelotodo que cita a Venezuela o Corea del norte como ejemplos del manejo de la pandemia y las fake news que sacan en Las2orillas todos los días, le hemos ido perdiendo el respeto a un virus letal que nos acorraló en la esquina de nuestro propio baño, con los calzones ahí dónde está pensando.

Más que a este virus, que insisto, es real, delicado, apocalíptico y muy asustador, sin darnos cuenta nos hemos ido enfrentando a nosotros mismos y sin carreta, en muchos casos vamos perdiendo la pelea con los autogolazos que nos estamos haciendo con la necesidad misma de salir a reactivarnos.  

Hay cuatro ámbitos a los que debemos pararle bolas, pero ojo pues que no es carreta: el ámbito personal, la dimensión familiar, la dignidad laboral y la solidaridad; todos golpeados por el miedo excesivo que nos ha despertado este fantasma, del cual reitero, debemos cuidarnos excesivamente, pero sin miedo. 

En el ámbito personal, el miedo a perder, al fracaso, a fallar en lo construido, no puede hacer que las decisiones personales se conviertan en una regalada permanente de apariencias impulsadas por los filtros que vemos en las redes. Todo está golpeado y parte de la necesaria reactivación es justamente esa, dejar competencias infundadas por temor y lanzarse con más ganas a recuperar y superar el terreno, con nadie más que con nosotros mismos.

La dignidad laboral es sin duda la más aporreada, Gente duplicando horarios en zoom por miedo a perder su trabajo, abortando el sano derecho a un almuerzo en familia, a una jugada con sus hijos, a una caricia con su esposa; malos jefes, que hablan de la importancia de ser buenas personas antes que cualquier cosa, mientras inventan reprocesos hormonales para complicar decisiones simples; reuniones interminables donde abunda el “que vaina tan jodida”, pero sin ninguna propuesta.

La culpa con los hijos por no prestarles la suficiente atención, el malestar con un familiar al que hay que explicarle con detalle por qué es bueno que nos cuidemos, las notificaciones fuera de horario de algunas reuniones para hablar solo pendejadas y la excesiva virtualización, están siendo más letales para la familia que la misma pandemia. 

Vencer ese miedo en todos los ámbitos es clave, pero evidentemente el detalle fundamental de esa reactivación es la solidaridad. Solidaridad laboral para no despilfarrar corporativamente sin sentido mientras se cuidan empleos; solidaridad con los tiempos de trabajo y el equilibrio con la atención y el cuidado de la familia en general; solidaridad bancaria, ganen, ni bobos que fueran, pero incluso ganen más con planes más solidarios, tasas de interés más bajas, facilidad para créditos, disminución en las tarifas de las cuotas de manejo, etc. 

Así mismo, los operadores de diferentes servicios, la gasolina, los impuestos, el acceso a la salud, la asquerosa corrupción. No sean canallas hombre, ¿carne de burro? Eso sí tiene que acabarse y condenarse con cadena perpetua, pero eso lo hablamos en otra columna, por ahora, no bajemos la guardia, pero perdamos el miedo a marcar los límites que nos van a regir de acá en adelante.

*Comunicador social y periodista. Asesor de comunicaciones estratégicas y columnista