Demócrata sin medias tintas. Se es o no se es
Avalar esto es literalmente un delito y se pierde inmediatamente el derecho a proclamarse “guardián de la democracia”.
09:14 a. m.
La tibieza de Petro para tomar una posición sobre Venezuela es el fiel reflejo de su acomodo permanente para gobernar a punta de doctrinas. Nada por el bien de su pueblo, todo con el sofisma delirante que tiene en su confundida y peligrosa cabeza.
Una cabeza que está mostrando, y de la forma más orgánica, los planteamientos doctrinales disfrazados de eufemismos y confusión para unos seguidores que ya ni saben cómo interpretar tanta incoherencia entre los anuncios del Petro senador y candidato que condenaba a Maduro el “incapaz dictador”, y el presidente que ya ha ido cerca de 5 veces a abrazarse con él.
El mismo que no es capaz de condenar vehementemente a un usurpador, “por no querer involucrarse en asuntos de otros países”, pero lleva 3 años haciendo política con Palestina, la Franja de Gaza, Rusia, Cuba, Guatemala, México y Argentina, mientras niños en La Guajira o Chocó mueren por desnutrición u omisión; mientras los medicamentos se acaban para pacientes con enfermedades prioritarias, o mientras las cifras de líderes sociales asesinados se incrementan a pasos vergonzosos.
Ya no solamente los seguidores de estos atropellos deben esperar alguna línea clara para intentar saber cómo defender cada política contradictoria, sino que su propio equipo desconoce el ánimo para poder liderar algo que no pasa de titulares fantasiosos que por lo general siempre terminan en los más básicos renders de un entendimiento que se esperanza con contratos o con lo precario.
Siempre se ha hablado del dinamismo en la política, pero sinceramente es vergonzoso que nadie de este gobierno tenga la capacidad y los principios para, vehementemente, condenar al dictador Maduro y promover los procesos democráticos de los que tanto hablan cuando vigilan mesas, nombran comisionados y promulgan fraudes cuando no es a favor de ellos.
Esto no es de izquierdas o derechas. O de no ir por falta de “claridad democrática” pero enviar a alguien por “estrategia”. ¡Se es demócrata o no se es!
Más de 8 millones de venezolanos han salido de su país por este régimen. Hay muertos, hambre, persecución, escasez y excesos. Avalar esto es literalmente un delito y se pierde inmediatamente el derecho a proclamarse “guardián de la democracia”. Es un tema grave hoy, por un país vecino, pero tremendamente preocupante porque muestra el talante de lo que será la transición el próximo año en Colombia.
Ya suficiente con que consideren que enviar a un hijo al colegio es “una de las tantas formas de violencia”.