¡Aplausos para Claudia López! | Por: David Cancino Quintero

Por: David Cancino Quintero*
@davidcancino en Twitter

Es probable que una sociedad sea más libre en la medida que poco se debata y discuta sobre políticos y su quehacer. En la medida que poco intervengan burócratas y funcionarios públicos en nuestras vidas, mejor. Desafortunadamente, no es algo a lo que estemos acostumbrados en Colombia y mucho menos por estas épocas.

Desde hace un año prácticamente todo lo que hacemos o dejamos de hacer debe someterse al escrutinio y aval de algún despacho político. De tal manera que cada día dependemos más, no solo del buen criterio del gobernante sino de su buen juicio, comportamiento y ejemplo.

¿Qué le es exigible entonces a nuestros dirigentes en este momento que ejercen todo poder e influencia sobre nuestras vidas? ¿Qué le podemos aconsejar a Claudia López, por ejemplo, en su aventura como alcaldesa de la capital?

Entre tantas críticas a la mediocre gestión de López, la más relevante en mi opinión y que desarrolla Joaquín Leguina, político español, es el haberse dejado engullir por la trivialidad y el oropel mediático.

La alcaldesa embelese ante la popularidad, a la que procura darle un aire de eficiencia y productividad, sin importar si los resultados de su gestión la respaldan o no. A Claudia López y a su imagen, le va mucho mejor de lo que nos va a los Bogotanos, como señala un medio local.

Al priorizar ante todo su imagen y la aprobación ciudadana, se entra en el juego del ‘todo vale’. La alcaldesa culpa de todo traspié en Bogotá al gobierno nacional, alguna conspiración de derechas e inclusive a la administración pasada. No hay autocrítica, Claudia siempre cae parada como dicen por ahí. Sus errores no pasan primero por la autorreflexión y el reconocimiento de su capacidad limitada como gobernante, algo que en últimas la enaltecería.

En vez, los errores de la administración son primero examinados por la oficina de mercadeo y prensa. ¿Cómo evitamos la responsabilidad? ¿a quién inculpamos? ¿de qué nos disfrazamos? ¿qué papel interpretamos?

Desde la alcaldía de Petro, en la que el balcón de Liévano se agitaba con los discursos del exalcalde, no veíamos en la capital tanto histrionismo, tantas ganas de figurar. Todo es una puesta en escena.

La Alcaldesa se molesta si los periodistas no le preguntan lo que ella necesita que le pregunten, pagamos con nuestros impuestos reportajes en prensa sobre aparentes resultados que son engañosos o que no fueron producto de su gestión, toda crítica la convierte en homofobia y machismo; pero sobre todo, no da ejemplo.

Persigue al negocio formal, al ciudadano desprevenido y obediente de la ley; acolita el negocio informal, es permisiva con eventos masivos que son de su conveniencia y cuando puede iza la bandera de la lucha de clases, norte versus sur.

Ojalá la alcaldesa pueda dejar de pensar el resto de su mandato en la Presidencia de la República y concentrarse en su labor en Bogotá, pero sobre todo ojalá abandone su amor desenfrenado por las cámaras, los reportajes, las ruanas, los bultos, los overoles y el micrófono. La popularidad y los aplausos ya los tiene, ahora solo falta el resto para convertirse en una líder de verdad.

*Excandidato liberal al Concejo de Bogotá, empresario y profesional en innovación.