El resurgimiento de la esperanza en Venezuela
Te despiertas antes de que el despertador suene. Un torbellino de emociones danza como mariposas enjauladas en el estómago.
11:36 a. m.
Te despiertas antes de que el despertador suene. Un torbellino de emociones danza como mariposas enjauladas en el estómago. ¿Miedo? ¿Ansiedad? ¿Esperanza?
Terminas de alistarte; son las 5 de la mañana y hace 5 grados centígrados en Bogotá. El teléfono no deja de sonar. Cientos de voluntarios manifiestan que se dirigen al centro de votación. Videos circulan en las redes sociales de los primeros votos que ya reposaban en las urnas electorales de Europa y Australia, mientras que a las afueras de los centros de votación del mundo se corea al unísono el "Gloria Al Bravo Pueblo."
No hubo condición climática que detuviera la avalancha de votos, que ni en el mejor de los escenarios se veía venir. Era gente con civismo en las calles, con el tricolor en el lomo. Era gente que sin importar cómo ni dónde fuera, estaría ahí, con su cédula en mano y con un corazón que latía a mil por segundo.
Desde el 2017, cuando se llevó a cabo la consulta del 16 de julio, los venezolanos no habíamos visto tal nivel de organización y participación ciudadana. Era la señora de la esquina sacando su mesa y prestándola para que ahí se depositara la esperanza de millones. Era el comerciante que, mamado de los cortes eléctricos, la extorsión y la constante devaluación, aportó lo que tenía para hacer el sancocho que se le daría a los miembros de mesa. Era el transportista que, con sus últimos litros de gasolina, movilizaba a las zonas populares hacia los centros de votación nucleados.
Era ese joven que salió de su país, emprendió con la venta de empanadas y, sin pensarlo un segundo, dijo que sí, al momento de donar los refrigerios de los centros en el exterior. Era ese chamo al que el socialismo le arrebató los sueños y que, en primera fila, contaba manualmente papeleta por papeleta, como lo hacía también su abuela, con el anhelo de volver a abrazar a su nieto al que tiene años sin ver.
Pensábamos que habíamos perdido nuestra tierra de gracia y que la esperanza no volvería a florecer. Pero ayer, cuando éramos millones con la piel erizada porque veíamos el entusiasmo, la alegría y el optimismo de nuestro pueblo, comprendimos que no hay razones para dejar de soñar y que, aunque mil veces intenten tumbarnos, mil veces nos vamos a levantar con más irreverencia hasta romper las cadenas del yugo opresor.
Hoy tenemos un nuevo liderazgo ratificado por millones de venezolanos. Hoy tenemos una ruta y un pueblo dispuesto a hacer lo que sea.
Vamos hasta el final por nuestra libertad y democracia.
@freidergandica