Las trabas del cannabis
Es hipócrita señalar los múltiples riesgos de esta sustancia y seguir tratando su consumo como un asunto penal.
06:00 a. m.
La estrategia prohibicionista contra las drogas fracasó. En Colombia ha aumentado la producción y consumo de cannabis a pesar de que el discurso de cada gobierno apunta a disminuirlos. No podemos repetir lo que ya está demostrado que no sirve, pero tampoco salir corriendo a legalizar. Es hora de regular levantando la prohibición, pero manteniendo ciertas restricciones, especialmente para producir, comercializar y consumir.
En algún debate de la legislación pasada, un congresista me dijo que no debemos regular el cannabis porque hace daño. Si de lo que se trata es de prohibir todo lo que nos hace daño, tendríamos que prohibir el alcohol que es 114 veces más riesgoso para la salud que el cannabis, o el cigarrillo, que mata a la mitad de la gente que lo consume de manera habitual. Sinceremos la conversación. No hay que regular porque sea bueno, sino porque es necesario, porque regular es la decisión que menos daño le hace a la sociedad, si diéramos un debate lejos de tantos mitos, nos daríamos cuenta de cuántos beneficios traería.
Y esto no quiere decir que el consumo de cannabis no tenga riesgos, ¡claro que los tiene! Es por eso que no podemos hablar de legalizar ni liberalizar. Si damos el paso, si nos asesoramos y lo regulamos bien, incluso se puede reducir el consumo como ocurrió con el cigarrillo cuando a las tabacaleras se les prohibió publicitarlo y se les obligó a poner en las cajetillas los riesgos, restringiéndoles además la exhibición del producto en las estanterías de los supermercados.
Es hipócrita señalar los múltiples riesgos de esta sustancia y seguir tratando su consumo como un asunto penal. La terca prohibición no nos está permitiendo enfocarnos en donde realmente deberíamos tener los ojos puestos: en consumidores y campesinos. No solo estamos dejando desfinanciados programas de rehabilitación de consumidores y alimentando el hacinamiento carcelario en el país, sino que mientras otros países se llenan los bolsillos, ¡nosotros seguimos poniendo los muertos de esta guerra fracasada!
Esta década Colombia se gastó cerca de $88 billones en erradicación de cultivos y se estima que la captura de personas en los últimos 15 años por porte, tráfico y fabricación de drogas ilícitas costó alrededor de 11 billones, sin contar el gasto militar, policial ni el de administración de justicia. ¿No les parecen escandalosas estas cifras? Es momento de dar el paso, una hectárea sembrada en cannabis medicinal produce 17,3 empleos formales (Fedesarrollo, 2019) y solo esta industria medicinal podría impulsar el recaudo, por concepto de impuesto de renta, de entre 1,2 y 3,5 billones de pesos, según un exministro de Hacienda.
Muchas son las trabas que ha tenido la regulación del cannabis de uso adulto en Colombia, muchas más de las que puede producir la propia planta a quién la consume. Si de hacer políticas basadas en la evidencia se trata, lo primero es abandonar una guerra de 50 años que sigue sin dar resultado alguno. A Colombia le urge una política de prevención, control y menor riesgo para todos. ¡No más trabas para el cannabis!
@ReyesKuri
Abogado - exrepresentante a la Cámara