"No podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino juntos": papa en oración por la humanidad
Por primera en la historia de la Iglesia católica, el papa rezó en solitario ante la plaza vacía de San Pedro y dio la bendición e indulgencia al mundo por la pandemia de coronavirus.
Noticias RCN
08:49 a. m.
El Papa Francisco dijo este viernes durante una oración antes de impartir la bendición Urbi et Orbi al mundo, que el coronavirus puso a todas las personas "en la misma barca", durante un solitario servicio de oración en la Plaza de San Pedro, e instó al mundo a ver la crisis como una prueba de solidaridad y un recordatorio de valores básicos.
"Una espesa oscuridad se ha acumulado sobre nuestras plazas, nuestras calles y nuestras ciudades", dijo desde los escalones de la Basílica de San Pedro hacia una plaza completamente vacía y lluviosa.
"Se ha apoderado de nuestras vidas, llenando todo con un silencio ensordecedor y un vacío angustiante que detiene todo a medida que pasa; lo sentimos en el aire ... Nos sentimos asustados y perdidos", agregó.
El pontífice dijo que el virus había expuesto la vulnerabilidad de las personas "a esas certezas falsas y superfluas en torno a las cuales hemos construido nuestros horarios diarios" y elogió a los médicos, enfermeras, empleados de supermercados, limpiadores, cuidadores, trabajadores de transporte, policías y voluntarios.
"Nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo".
Invitó a la humanidad a ser solidaria, a remar juntos y confortarnos mutuamente. "El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar".
El papa caminó bajo la lluvia hasta un dosel blanco en los escalones de la basílica y habló sentado en soledad ante una plaza donde normalmente se reúnen decenas de miles de personas. Rezó ante un crucifijo de madera que normalmente se guarda en una iglesia de Roma y se lleva al Vaticano para servicios especiales. Según reza la tradición, una plaga que afectó a Roma en 1522 comenzó a disminuir después de que el crucifijo fuera llevado por las calles de la capital italiana durante 16 días.
Luego, impartió la bendición Urbi Et Orbi al mundo por la pandemia de coronavirus, que permite a los más de 1.300 millones de católicos obtener la indulgencia plenaria, es decir, el perdón de sus pecados, en un momento tan difícil, con medidas de confinamiento que afectan a más de 3.000 millones de personas.
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Ante el momento que vive la humanidad, Francisco decidió dar una bendición extraordinaria, la Urbi et Orbi, la misma que los pontífices suelen impartir sólo el 25 de diciembre y el Domingo de Pascua, fechas en que se recuerda el nacimiento y la muerte de Jesús.
Desde que se desató la epidemia de coronavirus en Europa, que golpea con particular fuerza a Italia y España, el papa se ha pronunciado en varias oportunidades, recordando en particular a los médicos y enfermeras, e instando a los sacerdotes a acompañar a los enfermos y moribundos.
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