La historia del niño de la bicicleta bomba puesta por las Farc en Arauca
Por primera vez después de 17 años, habla la tía del menor que perdió la vida en el ataque con una bicicleta bomba en Fortul, Arauca. Relata qué ha sido de su familia desde aquel entonces y pide justicia.
Noticias RCN
03:08 p. m.
Cuando se recorre el mapa de barbarie perpetrado por los subversivos de las Farc, es imposible sustraernos a uno de los hechos más abominables que esta guerrilla haya cometido contra la población civil: hoy dolorosamente recordamos el caso de Irwin Orlando Ropero Serrano.
No era un adulto, era un menor que apenas empezaba a conocer la tierra donde accidentalmente tenía que vivir al lado de sus abuelos. Un niño de tan solo 10 años de edad, que estaba lejos de entender que pisaba un suelo minado por la crueldad de la guerra.
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Corría la mañana del Jueves Santo del 17 de abril de 2003 en el municipio de Fortúl, en el departamento de Arauca, y como de costumbre Irwin había ido con su primo a la cafetería a pedir el pan que generosamente le daban para llevar a su casa. Todos en el pueblo lo conocían, trabajaba en la plaza de mercado y a su corta edad se había convertido en el niño de los mandados.
Su inocencia fue asaltada por integrantes del Frente 10 de las Farc, comandado por Jaime Cotrino Díaz, alias Arcesio Niño. Le ofrecieron 1.000 pesos a cambio de llevar una bicicleta al puesto de control del Ejército, ubicado en la periferia de la población.Para el menor esta oportunidad suponía dos ilusiones: poder montar en bicicleta y ganar algo de dinero para ayudar a sus abuelos.
Irwin aceptó sin imaginar que se trataba de un nuevo mecanismo terrorista adoptado por la vileza de los guerrilleros. Al acercarse al puesto de control la bicicleta bomba fue activada y estalló; con la explosión, las ilusiones de Orlando se apagaron en el sueño de la eternidad.
“El niño no estaba práctico para manejar cicla y entonces bajó a la Y, y al dar vueltas por ahí bajó un pie y se quedó en la bicicleta como todo abismado, no hallaba qué hacer, si bajarse y en ese momento explotó la cicla y ahí fue donde él desapareció, quedó los pedazos por lado y lado”, señala Emérita Ropero Serrano, tía de Irwin Orlando.
El Ejército Nacional documentó este aberrante caso dentro de los cuatro informes que entregó a la Comisión de la Verdad, en los que describen las sistemáticas prácticas de violación a los derechos humanos cometidas por las Farc.
Desde esta semana le corresponde a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) investigar y juzgar a los responsables de estos crímenes.
Hoy Orlando tendría 27 años. El viacrucis para su familia no sólo empezó con la tragedia de su pérdida, la comunidad tuvo que hacer colecta para cumplir con su sepelio, además desde aquel momento, su madre y abuela perdieron la razón.
“Desde ese momento mi mamá perdió el sentido, ella de ahí para acá perdió el sentido (…) ella quedó callada, no lloraba ni nada, y de ahí para acá no quedo muy bien de la cabeza, ella no es una mujer normal, no quedó muy bien de la cabeza”, afirma la tía de Irwin Orlando.
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La familia solo espera que los victimarios honren las bondades del acuerdo de paz, reclama que el estado compense a sus víctimas con justicia, verdad y reparación.
La tía de pide “que acepten lo que hicieron, que no nieguen y que jamás vuelvan a hacer una cosa de esas porque quitarle la vida a un niño (…) que jamás vuelvan a meter a los niños inocentes en cosas, que afrenten la guerra ellos mismos, pero que no metan a los niños que son inocentes”.
Pide que su muerte no forme simplemente parte del relato de la amnesia de la guerra, contenida en el voluminoso tomo de pasta dura que prepara la simbólica y muda Comisión de la Verdad.
Luisa Velásquez - NoticiasRCN.com