Petrificados con Gustavo
Los colombianos aún no entendemos este limbo lleno de escándalos, que en medio del escándalo mismo, es denunciado y criticado como si fuera por culpa de otros.
06:00 a. m.
Frente a la cantidad de anuncios escandalosos por hora, más el revanchismo alucinante de un presidente que pareciera estarse defendiendo de lo que él mismo hace, ya que parece no saber leer lo que él mismo escribe, sumado al séquito de aduladores que le abanican sus delirios al son de alguna excusa cafetera que extrañamente se despiporra desde los jueves en agendas de shopping en Nueva York, o fastuosas cenas en París, caminatas románticas por Panamá, o algunas escasas y gratas desapariciones en las que a veces descansamos de la división y estigmatización de los que no estamos en la nómina de aplausos, los colombianos aún no entendemos este limbo lleno de escándalos, que en medio del escándalo mismo, es denunciado y criticado como si fuera por culpa de otros.
Dos años sin gobernar, solo mendigando recursos de todas las carteras gubernamentales 24/7 y viendo cómo monetiza cada desgracia humana para convertirla en una estrategia eufemista que suene cautivadora para convocar sus marchas en las que la mayoría de los asistentes no saben por qué están ahí, este gobierno con algo más del 20% de aprobación ya ha pasado a la historia como el peor enemigo de sí mismo; ¡una vaina extrañísima!, en términos de manejo de las crisis comunicativas que ellos mismos establecen para poder generar engagement. Así sea perverso.
Critican sobrevuelos de helicópteros de los cuales ellos mismos son los jefes, hablan durísimo de la oligarquía que malgasta recursos y “se toma fotos con monas buenonas”; estoy citando a Petro. ¡a Petro! Sin la más mínima posibilidad mental de autocrítica o por lo menos autoevaluación de sus viajes. Condenan los gobiernos que no ejecutaron recursos con un Ministerio de la Igualdad que no ha ejecutado ni el 2% de su presupuesto; se la pasan hablando de la corrupción en La Guajira mientras dibujan sus carotas en los carrotanques podridos con Olmedo, hablan de una gran conversación nacional mientras decretan sus caprichos sin concertar nada, van y dan discursos sobre la democracia y no han sido capaces de condenar al dictador Maduro a pesar del llamado mundial y del mismo Congreso, generan titulares diciendo que ellos no atacan a la oposición mientras la satanizan; ¡y de las formas que lo hacen!, condenan las fake news citando fake news y editando videos para que se vean aplausos donde no existieron.
Todo esto mientras las bodegas encendidas y tanqueadas a más no poder con los propios impuestos, se activan para atacar visceralmente a todo el que no los aplauda y justifique. “La política del amor” no es más que un eufemismo que huele a una venganza de los mismos delirios que hoy condenan pero ejecutándolos. Una constante cada vez menos creíble pero muy peligrosa que detesta a los corruptos, a los dictadores y a los delincuentes de otras corrientes, pero premia, justifica y guarda silencio con los propios pecados. No se puede desfallecer contra esto. Una vaina es un mal gobierno y otra muy distinta, uno que pretenda cambiarnos las realidades a punta de delirios.