El demonio con ojos celestes
Milei se presenta como abanderado de un futuro utópico sin estado, sin políticos y sin impuestos, en dónde el capitalismo desenfrenado todo lo puede.
06:00 a. m.
Quizás para muchos el nombre de Javier Milei es absolutamente desconocido, o su primera referencia fue esta semana tras los resultados históricos de las elecciones primarias en Argentina. Pues bien, vale la pena recordar ese nombre, Milei está muy cerca de convertirse en el próximo huésped de la Casa Rosada, pero incluso si no logra el triunfo en octubre, las razones del crecimiento estrepitoso de su figura deben estudiarse, así como sus posibles impactos en otros países de la región.
Quienes vivimos en el mundo de la política sabemos hace años del economista paleolibertario, pero aunque despertó preocupación en algunos círculos, la percepción generalizada sobre Milei era asimilable a la que muchos en Colombia tenemos de Miguel Polo Polo o María Fernanda Cabal: personajes pintorescos sin mayor posibilidad de acceder al poder real o de poner en peligro las instituciones; pues bien, Milei está a un paso de convertirse en el presidente de derecha más radical del continente: y además, está a punto de alcanzar el triunfo en el país más progresista de América Latina.
¿Y de dónde salió este “antipolítico”? Si bien sus ideas no son nuevas, Ludwig von Mises nació en el siglo XIX y la Escuela de Austria no es precisamente la última moda, las tesis de pensadores como el norteamericano Murray Rothbard están recobrando vigencia e inspirando a jóvenes derechistas que encuentran en su pensamiento una argumentación válida para conciliar unas teorías económicas, supuestamente científicas, con posturas políticas más bien basadas en la superstición. Milei ha logrado hacerlo con una destreza sorprendente, mientras posa de tecnócrata entusiasta de la iniciativa privada, contemporiza con posturas abiertamente antiderechos como lo referente a la libertad de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.
Milei se presenta como abanderado de un futuro utópico (distópico para algunos) sin estado, sin políticos y sin impuestos, en dónde el capitalismo desenfrenado todo lo puede, un mundo en donde la “libertad” alcanza para legalizar la venta de órganos pero no para el aborto. Lo que hasta hace poco parecería absolutamente contradictorio se está convirtiendo en un proyecto político en ascenso y con posibilidades reales de llegar al poder, el liberalismo económico extremo combinado con posturas tan conservadoras como las del recordado procurador Ordóñez avanza imparable en Argentina.
La popularidad de políticos como Milei, de influenciadores como Agustín Laje y sus imitadores locales, deben poner en alerta a quienes creemos que la política tiene fines altruistas. Todas las izquierdas, más allá de nuestras marcadas y en ocasiones muy visibles diferencias, coincidimos en que el camino es hacia el bien común, la solidaridad, la empatía y demás valores que nos han permitido vivir en sociedad. La derecha, en cambio, ha buscado siempre mimetizar su agenda económica en beneficio de los más ricos dentro de discursos de seguridad; orden, progreso, etc., pero hasta hoy no había sido capaz de atacar frontalmente tantos valores sobre los que parecía existir un consenso casi universal.
Los demonios que dormían en cavernas selladas por los principios fundacionales de nuestras repúblicas están despertando con llamados frontales a un individualismo a ultranza, a tasar a los seres humanos exclusivamente por lo que son capaces de producir, a desconocer el papel del Estado en la garantía de cualquier derecho y considerarlo como la fuente de todos los males, como un saqueador que solo existe para esquilmar y truncar el desarrollo de los individuos.
Vale la pena reflexionar sobre lo mucho que la clase política ha hecho mal para que hoy un pueblo insumiso y progresista como el argentino esté a punto de claudicar y depositar su esperanza en un guasón que es a todas luces el villano de la historia.
@CarlosCarrilloA