Lecciones electorales del 2024
¿Qué nos depara el 2025? Ojo, porque en Colombia ya huele a pólvora electoral que se aproxima fuerte y directa
06:00 a. m.
El 2024 ha sido un año bastante movido a nivel político y electoral. Faltan solo 8 semanas para recibir el nuevo año y es necesario hablar sobre esas lecciones que nos deja este año tan movido por las dinámicas del poder. En nuestro continente, tuvimos siete elecciones presidenciales consecutivas, que marcaron el pulso de la región.
El año comenzó con la contundente victoria de Nayib Bukele en El Salvador, seguida por la llegada de José Raúl Mulino en Panamá, Luis Abinader en República Dominicana, el fraude electoral de Nicolás Maduro en Venezuela, la histórica elección de Claudia Sheinbaum como la primera mujer en presidir México, el proceso en Uruguay y, finalmente, el retorno de Donald Trump al poder en Estados Unidos.
Entender cada uno de estos escenarios es clave para analizar cómo seguirán evolucionando las dinámicas electorales de la región. Primero, hay que detallar el fenómeno popular de Nayib Bukele; segundo, se debe entender las dinámicas políticas de Centro América; tercero, reconocer que no hay que ser muy listo para ser tirano; y cuarto, comprender el impacto del regreso del magnate republicano a la Casa Blanca.
Todos quieren ser Bukeles: El fenómeno de Nayib Bukele, con su política de "mano dura" y su habilidad para captar el respaldo popular, se ha convertido en el modelo ideal para muchos políticos, tanto de derecha como de izquierda. Su estrategia de comunicación directa y su capacidad para centralizar el poder han marcado un precedente. Su éxito plantea una pregunta incómoda: ¿la población desea soluciones rápidas y tangibles, incluso si esto implica sacrificar ciertas formas democráticas? A juzgar por su popularidad, pareciera que Latinoamérica está dispuesta a comprometer ciertos matices de la democracia a cambio de un liderazgo fuerte y decidido.
A la fija con aquello que conocen: Los casos de Panamá, República Dominicana y México reflejan que Centroamérica ha preferido mantenerse con lo conocido. José Raúl Mulino y Luis Abinader representan a candidatos que, lejos de ser innovadores, apuestan por la familiaridad. En México, Claudia Sheinbaum encarna el continuismo, aunque con un giro hacia la renovación y el protagonismo femenino. En este sentido, los votantes en estos países parecen haber escogido el continuismo en lugar de aventura, aún en tiempos de presión social, económica y problemas profundos de inseguridad.
Bufón y tirano: Y mientras algunos apuestan por la democracia, Venezuela sigue atrapada en la dictadura de Nicolás Maduro. Con un proceso electoral fraudulento, Maduro no solo se burla de las normas democráticas, sino que consolida su papel de tirano. Lo más alarmante no es su comportamiento predecible, sino la resignación de la comunidad internacional que, salvo contadas excepciones, parece dispuesta a aceptar su "reelección". Esto debería alarmar a toda América Latina, pero la respuesta ha sido un silencio casi ensordecedor.
Un showman y reflejo de la política gringa: El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca nos recuerda que la polarización y el populismo también marcan la política estadounidense. Su retorno representa una era de espectáculo, en la que el contenido del mensaje importa menos que el show que lo acompaña. En este contexto, el electorado parece dispuesto a entregar su voto a quien logre conectar emocionalmente, aunque eso signifique sacrificar la verdad.
Lecciones para el futuro: Las elecciones de 2024 envían una señal clara: la región está cansada y busca respuestas rápidas, líderes fuertes y soluciones inmediatas, aunque eso signifique debilitar la democracia misma. ¿Estamos presenciando el ascenso de los autoritarismos carismáticos, de los “líderes fuertes” que prometen estabilidad en tiempos inciertos? La lección es clara para quienes aún defienden la democracia: o hacemos que la política sea realmente efectiva y cercana a la gente, o seguiremos viendo cómo los líderes de “mano dura” se convierten en la norma y no en la excepción.
¿Qué nos depara el 2025? Ojo, porque en Colombia ya huele a pólvora electoral que se aproxima fuerte y directa. Mientras arrancan los motores de las precandidaturas al Senado y la Cámara, el avión de los Presidenciables ya está en pista. Aunque algunos confían más en la fe que en las posibilidades reales, el próximo año promete ser el preludio de intensas precampañas para el 2026.