Reelección, constituyente y posverdad
Oficialmente comenzó la etapa más temeraria de Gustavo Petro
09:32 a. m.
El único cambio que ha tenido Colombia hasta hoy está relacionado con quienes protagonizan los escándalos de cada semana. La economía empeora, la salud está en cuidados intensivos, las pensiones son cada vez más insostenibles, la inseguridad se ha desatado y la corrupción sigue como siempre. Lo único que aumenta es el salario de los congresistas y la desaprobación de los colombianos hacia Gustavo Petro.
Por estos días hay un ambiente muy similar al del inicio de este siglo XXI. Se siente como en 2001; la inseguridad desatada en el país, la incapacidad absoluta del gobierno de turno y la selección Colombia destacándose en la Copa América. Irónico, paradójico, lamentable, pero cierto al final del día. Mientras el país enfrenta el aumento de las crisis en materia de seguridad, salud y economía (por mencionar solo algunas), tenemos un gobierno delirante que habla de reelección, "poder constituyente", y fortalece su discurso de la posverdad petrista.
Oficialmente comenzó la etapa más temeraria de Gustavo Petro y su coalición del Pacto Histórico. Les quedan dos años en el poder y están decididos a gobernar con sus bases, su ideología, sin consensos y estigmatizando a cualquiera que tenga el valor de cuestionarlos. Es la crónica de un desgobierno anunciado.
En el último mes, comenzaron a hablar de reelección sin pelos en la lengua, y lo seguirán haciendo para desviar la atención de los debates más importantes para el país. Gustavo Petro no se va a reelegir, por fortuna para este país, la ciudadanía y sus instituciones son más fuertes que sus dirigentes. El tema de la reelección no es más que otra de sus cortinas de humo para dispersar a la ciudadanía sobre los temas clave que sí están perjudicando al país y demuestran la mala gestión de su gobierno.
El “poder constituyente” suena profético, muy acorde al populismo que siempre ha caracterizado a Gustavo Petro. Al final del día, solo es otro juego de palabras similar a la promesa de “vivir sabroso”, conceptos ambiguos, emocionales, sin profundidad y sin capacidad de hacerse realidad. Gustavo Petro carece de “poder constituyente” y lo sabe. Entonces, ¿por qué insiste con este tema? La respuesta es clara; otra cortina de humo que refuerza su forma de gobernar. Se trata de ser el tema de conversación en medio de escándalos, polémicas y debates inconclusos, desviando temas relacionados con los problemas de su gobierno.
Pese a lo anterior, lo más preocupante es el discurso de posverdad que ha venido reforzando Gustavo Petro, donde todo lo que no salga de su boca es mentira o calumnia. En la posverdad petrista busca que la verdad objetiva se vuelva secundaria frente a las narrativas que apelan a las emociones y prejuicios de las personas. Un personaje que ha hecho su carrera política a costa de mentiras y calumnias no soporta que le apliquen un poco de su propia medicina (según él).
La censura es válida si la hace él, la libertad de expresión llega hasta donde diga él, y la realidad del país depende únicamente de su interpretación. Esos son los valores democráticos que defiende Gustavo Petro como dirigente. La censura a periodistas es preocupante, y estoy seguro de que el aparentemente correcto excongresista Gustavo Petro, estaría extremadamente indignado con las formas antidemocráticas del actual presidente.
A Petro no le bastó instrumentalizar en campaña a los jóvenes y a los más vulnerables con discursos populistas; ahora muestra con más vehemencia su verdadera faceta de mal gobernante, donde el show le toma la delantera a la gestión. Y mientras el país está atrapado en un bucle interminable de promesas vacías y desilusiones, el presidente disfruta de su vida "privada" en las calles panameñas.
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