Ser venezolano

El nuevo estallido social tras las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio ha dejado en evidencia, una vez más, de qué estamos hechos los venezolanos.


Yhonay Díaz
agosto 30 de 2024
06:00 a. m.
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Resistir, persistir y nunca desistir es una especie de mantra para nosotros que hemos tenido que enfrentarnos a tanto. Porque lo tuvimos todo y nos dejaron sin nada.

El crítico estado económico de Venezuela no es un secreto, pero muy pocos conocen realmente qué hay detrás de un país en ruinas y cómo sobreviven quienes están allá.

Hace cinco años, cuando me vi obligada a salir de mi país ejercía el periodismo, pero aún con años de experiencia y un cargo que en una época pudo ser envidiable, trabajaba 30 días al mes y con guardias los fines de semana, por un cartón de huevos. Sí, un día de trabajo era el equivalente al valor de un huevo.

Sin contar que tenía que movilizarme exactamente 21 kilómetros para llegar a la oficina todos los días, lo que indica que el valor de un huevo quedaba muy por debajo de mi ingreso diario como profesional.

Y es que en estos años la situación no ha cambiado. Un venezolano promedio gana unos 6 dólares al mes, que serían unos 24.000 pesos colombianos, pero ¿cómo hacen para sobrevivir?

Vivir en Venezuela es un verdadero desafío, pero su gente no se rinde, y es que si no hay plata para algo tan básico y esencial como la comida, nosotros le 'echamos bola' y recurrimos a cualquier método para resolver, porque el que se cansa pierde.

Desde hace mucho tiempo, el método del canje, o del trueque, ha sido la fuente de provisión de alimentos para las familias venezolanas que no tienen quien les envíe dinero desde el exterior o cuando lo que reciben ya no les alcanza, porque además de que no hay poder adquisitivo, todo es más costoso.

Hay una clave para que el trueque funcione y es que los venezolanos somos panas de los vecinos, de los amigos de ellos y de cualquier otro extraño. La esencia del venezolano es esa de compartir algo tan sagrado como una harina pan.

Entonces, el trueque llega cuando el vecino tiene dos harinas, pero a mí me hace falta una y yo tengo tres arroz, en ese punto se evalúa la necesidad del otro y se intercambia, sin plata de por medio.

Así vive el venezolano que, en medio de la desidia y de todas las adversidades, se cae, pero se repone, porque eso es lo que somos, una sociedad resiliente.

Hoy nuevamente estamos en una lucha que ha sido nuestra constante en los últimos 25 años, esa misma que nos ha hecho víctimas de la censura, la violencia y las más crueles arbitrariedades de las que ustedes han sido testigos.

Nos enfrentamos a la distancia, a la soledad y a ver envejecer a los nuestros por una videollamada, uno de los recursos más preciados que aún tenemos, pero que también está sentenciado por el régimen.

Seguimos resistiendo porque somos venezolanos.

Y aunque hoy muchos hacemos parte de una sociedad a la que no pertenecemos y a la que nos hemos adaptado más de ocho millones de panas en todo el mundo, seguimos siendo tan venezolanos como antes.

Pese a todo lo que hemos tenido que vivir, si volviera a nacer quisiera que fuera en Venezuela.

X: @yhonaydiazf

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