“La Corte no se va a dejar llevar por presiones de un lado o del otro”: presidente de la CSJ sobre elección de fiscal

Entrevista de José Manuel Acevedo con Gerson Chaverra, el primer presidente afro de la Corte Suprema de Justicia.


Noticias RCN

febrero 04 de 2024
07:37 p. m.
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Nuevamente la justicia en Colombia es protagonista, esta vez por el nombramiento del nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gerson Chaverra Castro.

Oriundo del Chocó, el magistrado Chaverra, es el primer presidente afro de la Corte, un hito que él mismo califica como “un momento muy importante” pues muestra el “talante democrático e incluyente” del alto tribunal.

En entrevista con José Manuel Acevedo, director de Noticias RCN, el magistrado Chaverra habló sobre su inicial gusto por los medios de comunicación, el largo camino que recorrió trabajado por la justicia del Chocó, y el gran amor por su madre, quien fue la guía para estar en donde se encuentra ahora.

José Manuel Acevedo: ¿Le gustan los medios de comunicación?

Gerson Chaverra: En un momento de mi vida, concretamente cuando tenía 11 años, fui locutor y director de un programa que se transmitía de lunes a viernes en la emisora Ecos del Atrato. Y fue una experiencia de casi tres años a cargo de ese programa. Eso me hizo pensar en algún momento de mi vida que tenía habilidades para ser periodista.

J. M. A.: ¿En qué momento supo que lo suyo era el derecho?

G. C.: Fue una evolución, con el paso de los años, mientras cursaba el bachillerato, en la cual también tuvo influencia mi madre, que quería tener un abogado en la familia.

J. M. A.: ¿Cuál fue el primer puesto que tuvo en esa carrera?

G. C.: Cuando terminé mi carrera de derecho, decidí hacer judicatura como opción de grado, y ahí en una primera oportunidad trabajé ad honorem en un juzgado como sustanciador. Luego, para completar el tiempo de la judicatura, estuve en la Alcaldía de Quibdó como inspector de Policía y luego abogado de la oficina jurídica.

A partir del año 1992, me fui de juez a Río Sucio, Chocó.

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J. M. A.: ¿En cuántos municipios fue juez?

G. C.: En Río Sucio, Chocó; Bahía Solano, Istmina, Tadó, Quibdó y Bogotá. Tuve la oportunidad de impartir justicia en todas las regiones de Chocó: en la región del Atrato, en San Juan y en Bahía Solano que es la región Pacífica.

J. M. A.: ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser juez de la Colombia profunda?

G. C.: Lo mejor de ser juez de la Colombia profunda es que usted va a las regiones y usted se involucra con esa cotidianidad, en los problemas sociales y conflictos domésticos. Lo difícil es las condiciones tan complicadas en puntos para el transporte, el tema logístico, contar con las herramientas suficientes para desempeñar la función. 

Muchas veces eran municipios afectados por el tema de la violencia. En Río Sucio nos tocó trabajar bajo la violencia guerrillera y paramilitar que, en esa época, año 93 – 94, estaba muy exacerbada.

J. M. A.: Después de ese paso por Chocó, ¿cómo le fue viniéndose a la capital?

G. C.: Ya para el año 2004, por razón del concurso de mérito, me nombran juez penal del circuito de Bogotá. En esa época estaba un poco asustado, porque era ser el juez, ya no de la provincia chocoana, sino de la capital del país.

J. M. A.: ¿Usted en qué andaba en 1985?

G. C.: En 1985 estaba terminando mi bachillerato, y me alistaba a venir a Bogotá para presentarme a la universidad e iniciar mis estudios de Derecho.

J. M. A.: ¿Caminando por estas calles se imaginó que iba a ser presidente de la Corte Suprema de Justicia?

G. C.: Cuando yo estudiaba en la Universidad Autónoma, la buseta me dejaba en la décima con 12 y yo hacía ese recorrido hasta la quinta con 12 todos los días, subía por esta calle y veía el Palacio de Justicia en construcción y soñaba.

Era una aspiración muy genuina, para todo estudiante de Derecho es un anhelo profesional maravilloso ser magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Era lejano, pero lo soñaba.

J. M. A.: ¿Tuvo dificultades económicas para estudiar?

G. C.: Sí, mi mamá era maestra de escuela y mi papá mecánico, siempre es un esfuerzo bastante importante. Porque tenía que sostenerme acá en temas de vivienda y alimentación. Nos manteníamos con mi hermano que estudiaba Ingeniería de Alimentos, muy cortos económicamente.

J. M. A.: ¿Qué siente cuando piensa en lo que pasó aquí en noviembre de 1985?

G. C.: Tristeza, dolor. El recinto de la justicia debe ser sagrado. Las instalaciones de la justicia nunca deben volverse campos de batalla o de lucha.

J. M. A.: Recuerdo ver las imágenes de cuando lo aplaudieron y le hicieron una especie de calle de honor sus colegas…

G. C.: Sí, eso fue un acto de generosidad maravilloso, que me conmovió profundamente, porque los compañeros estuvieron acá cuando terminó la elección y me dieron un aplauso, lo que fue muy cautivador para mí, pero también me compromete profundamente.

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J. M. A.: ¿Cuántos magistrados de raza negra hay hoy en la Corte Suprema de Justicia?

G. C.: En este momento, está el doctor Omar Mejía, que es oriundo de Barranquilla; y estoy yo. Sin duda, hay que procurar que la igualdad que pregona la constitución política sea real, no solo desde el tema racial, sino desde la inclusión de las mujeres, para que los sectores que han sido históricamente marginados tengan realmente una participación mayor en estas instancias de poder judicial.

J. M. A.: ¿Cuál ha sido el momento más difícil en su vida?

G. C.: A nivel judicial, recuerdo un caso muy importante, yo era juez penal del circuito especializado en Quibdó, y por virtud de la violencia guerrillera – paramilitar, había una ONG que se llamaba Tercer Mundo, un grupo paramilitar la embistió y eso generó el ahogamiento del director que era un ciudadano español.

De manera que me tocó el juzgamiento de una audiencia que tenía gran audiencia internacional, porque España estuvo muy involucrada en que se hiciera justicia.

J. M. A.: ¿Y el momento más feliz?

G. C.: Sin duda el nacimiento de mi hijo Emanuel. En este momento está enfocado en ser tenista, tiene una gran habilidad para el tenis, entonces está muy concentrado en su colegio, el bachillerato y en jugar tenis.

J. M. A.: ¿Qué le dice a usted a los que piden la elección del fiscal ya o a los que dicen que hay que esperar?

G. C.: La Corte es una institución que no se va a dejar llevar por presiones de un lado o del otro. Va a adoptar la decisión, y en eso le doy la tranquilidad al país, a partir de sus metodologías de trabajo. La tranquilidad que debe tener el país es que estamos trabajando en ese tema de manera absolutamente independiente, rigurosa, haciendo una ponderación de las hojas de vida.

A partir de esas reflexiones tranquilas y responsables por parte de los magistrados, yo tengo optimismo de que vamos a llegar muy pronto al consenso que se requiere para declarar la elección de la próxima fiscal general de la Nación.

J. M. A.: ¿La Corte Suprema de Justicia se siente presionada?

G. C.: No, nosotros estamos tranquilos. Un juez, bajo la conciencia de ser juez, no puede sentir presión.

J. M. A.: ¿Cómo hacer para que los ciudadanos recuperen la confianza en la justicia?

G. C.: No negamos situaciones que realmente han dejado mal parada a la justicia colombiana, pero son casos menores, aislados; el común denominador, es una justicia comprometida con la resolución de los asuntos.

J. M. A.: ¿Se necesita en Colombia una reforma a la justicia?

G. C.: Sí, pensada para el ciudadano, que mejore el acceso a la justicia, que mejore que la respuesta frente a la demanda no sea tan demorada. También que restablezca en materia penal aquellos mecanismos que permiten la terminación anticipada de los procesos, por cuanto eso permitiría reducir en grado importante los niveles de impunidad.

J. M. A.: ¿En qué cree usted?

G. C.: Creo profundamente en Dios, tengo una comunicación especial con él. Soy absolutamente creyente y eso me da una especial fortaleza.

Le pido, en este momento, como presidente de la Corte Suprema de Justicia, que me dé mucha sabiduría y discernimiento.

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J. M. A.: ¿Qué les dice a los abogados que están en todos los municipios de Colombia que lo están viendo ahora?

G. C.: El mensaje es que en la medida de ese rol (como secretario, escribiente, sustanciador, juez promiscuo municipal) lo vivamos con entereza, rigor, honestidad y valentía. Vamos construyendo una vida para alcanzar a lograr grandes sueños.

J. M. A.: ¿Qué cree que le hubiera dicho su madre al verlo como presidente de la Corte Suprema de Justicia y usted qué le diría?

G. C.: Me hubiera dicho: “hijo te felicito, eres el mejor”. Yo le diría: “mamá, esto es gracias a ti”.

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