Hazañas Maestras: el profe Jaime, el ángel guardián de sus alumnos
En Cedeño, un corregimiento de Yarumal en Antioquia, la pandemia cerró el único colegio y el profesor Jaime Rendón recorre el pueblo para entregar las cartillas de estudio.
Noticias RCN
12:17 p. m.
Cada amanecer en Cedeño es igual. Pareciera que las nubes bajan tanto que acarician a sus habitantes o que ellos tocan el cielo con las manos.
Recorrer cada esquina de Cedeño es un paseo por la amabilidad y generosidad de sus habitantes, casi todos dedicados a la industria lechera.
Uno de los personajes más conocidos es Jaime Rendón, un profesor monteriano de 43 años que dejó el acento costeño y solo vive para los alumnos de la escuela que la pandemia cerró a las malas. Casi todos trabajan y estudian simultáneamente.
Vea también: Hazañas Maestras: Adriana y las mujeres que trabajan con palma de seje en Córdoba
Y es que es muy común ver a los alumnos, antes de salir el sol y hasta bien entrada la mañana, ordeñando en sus fincas para ayudar al mantenimiento de la casa y la familia.
“Normalmente me puedo quedar tres cuatro días haciendo tareas e irme para la finca o a veces me levanto a las 3 de la mañana ordeño vacas y me vengo para el pueblo a seguir haciendo tareas”, afirma Juan José Sosa, uno de los estudiantes.
Ordeñan, se diviertan y al hombro bajan las canecas repletas de leche hasta una pequeña planta enfriadora y en toda esta labor Jaime, el profesor, está con ellos. El profe no los desampara.
Por los corredores de la escuela solo el viento se pasea campante, los muchachos están en sus casas y la nostalgia es evidente.
“Es un poco deprimente porque realmente los muchachos son los que la dan vida a estas instituciones y verlas así solas da muy duro, uno vender encontrar los salones vacíos. Los muchachos realmente le dan mucha vida las instituciones educativas”, asegura el profe Jaime.
Le además: Hazañas Maestras: Leafar Arrieta, el profe que enseña danza para alejar a jóvenes de las drogas
Él va de casa en casa, recorre el pueblo de arriba abajo para entregar el material de estudio si hay dudas ya sabe que los muchachos lo llamarán por teléfono para solucionarles todo.
Cualquiera pensaría que los estudiantes viven conectados a internet para poder estudiar, pero no es así.
“La mayoría de nuestros estudiantes no tienen acceso a medios digitales, al internet. Muchos de ellos viven en veredas, en fincas, en las cuales no tienen ese acceso, entonces lo que estamos haciendo los maestros es enviándoles talleres de manera física para que ellos vayan trabajando en la casa”, indicó Jaime.
El patio de sus casas, con las montañas de fondo, es testigo de cómo los muchachos no dejan de aprender. Son conscientes de que todo es mejor en el salón de clases, al lado de sus compañeros de siempre, al lado de los primeros amores, de esos que no se olvidan, de esos que no se quieren dejar; pero por ahora el aprendizaje será así, cerca de sus familias, cerca de todo y lo más importante: cerca del cielo.