Junta médica independiente debería certificar aptitudes de Petro
Qué peligro este momento de conmoción interior y exterior en manos de alguien que vive en paralelo teniendo conversaciones con datos erróneos o interpretativos de la historia.
10:06 a. m.
“Gustavo Petro debe permitir que una junta médica evalúe su salud física y mental por el bien de los colombianos”. Este ha sido el llamado de varios congresistas y la opinión pública en general, que tras las muy preocupantes acciones belicosas de Petro a largas horas de la madrugada y por su canal oficial de gobierno “Twitter” o “X”, pone en jaque a sus propios trabajadores y adeptos, que no saben cómo manejar la candela que imprime en sus escritos llenos de errores ortográficos, inconsistencias históricas y una muy escasa casta poética que pretende imponer entre sofismas mal armados.
El articulo 188 de la Constitución Política Nacional y que cita textualmente: “El Presidente de la República simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”, se ve empañado todos los días por este señor, que más que gobernar, se ha dedicado a comportarse como un adolescente histérico y melancólico que entre sus prosas mal escritas y delirios, pone en peligro a la oposición, a las mujeres, al empresariado, a los periodistas, e incluso al país con peligrosos chispazos de guerra disfrazados de “dignidad”.
Esa “dignidad” por la que dice luchar y que no muestra con los atropellos de Maduro, las recepciones, trato y deportaciones violentas desde México o España donde comulgan con las mismas rarezas, si son acaloradas frente al socio comercial más importante de la historia para los colombianos.
En su torpeza, este señor y sus seguidores, al igual que cuando hablaban del incremento de la gasolina solo para los 4.000 más ricos de Colombia, posan de gallos finos disfrazando su nebulosa doctrinal, desconociendo ahí sí, la mesura tenida con Venezuela; los canales diplomáticos y las conversaciones de Estado, para luchar por la dignidad de los nacionales, sin abrir espacios de riesgo para los comerciantes, floricultores, empresarios, estudiantes, emprendedores, incluso los mismos ilegales que hoy más que nunca están siendo estigmatizados por un impase recargado en la soledad de los propios delirios.
Todo este alboroto, al igual que los centenares padecidos estos últimos 3 años, han debilitado incalculablemente no solo la dignidad e institucionalidad del jefe de estado, sino la de los colombianos que deben sortearse entre los anuncios belicosos y las realidades tremendamente improvisadas de un séquito que para sorpresa positiva ya por lo menos empieza a contradecirlo en sus muy peligrosos disparates.
La salud, la educación, el arte, los deportes, la innovación, la energía, las relaciones internacionales, los acuerdos bilaterales importantes, todos, sin excepción, estropeados con excusas infantiles y sin sustento al calor de que quien opine lo contrario es un “fascista” y con el disco infantil rayado, hay que atacarlo en masa haciéndole bullying como en el colegio.
Qué peligro este momento de conmoción interior y exterior en manos de alguien que vive en paralelo teniendo conversaciones con datos erróneos o interpretativos de la historia, desconociendo el presente y la necesidad por abordarlo, y condenando el futuro de todos en las manos de bodegueros pagos que rondan los círculos del sicariato editorial.
No pasará, pero se le abonaría su valentía si a través del Congreso y con vigilancia integral se dispusiera, por la dignidad nacional y de su cargo, a rendirle cuentas médicas y mentales a los colombianos.