Asumir nuestra responsabilidad democrática
¿Qué tal si, en lugar de solo quejarnos, empezamos a hacernos cargo y pasamos a la acción?
06:10 a. m.
Una democracia que se alimenta de la ignorancia del ciudadano está a merced de la politiquería que debilita el Estado Social de Derecho. Defendemos la democracia como un sistema de gobierno que respeta la voz y la participación, pero, al mismo tiempo, nos rehusamos a asumir las responsabilidades que nos corresponden por el hecho de vivir en un país democrático.
Siempre partiré de una premisa: la política es tediosa, abrumadora y desgastante. Es lo último de lo que un ciudadano quiere saber en su día a día. Hago esta aclaración porque no se trata de obligar a la gente a participar activamente ni de juzgarla por su desconocimiento sobre política; eso sería clasista y miope. Hay que reconocer que el acceso a la información y a la educación política sigue siendo una barrera enorme para la mayoría de las personas.
Por esa razón, la pedagogía en temas políticos y democráticos es clave para que la ciudadanía tenga mejores herramientas al recibir información sobre algún asunto público o al estar frente a una mesa de votación.
En nuestra labor como ciudadanos, uno de los cambios urgentes en nuestra retórica política debe ser dejar de quejarnos tanto. Quejarse es lo más fácil y hace parte de la inercia en la que todos hemos caído alguna vez. ¿Por qué creen que es más sencillo hacer oposición que gobernar?
Podemos seguir quejándonos de todo lo que ocurre a nuestro alrededor: el transporte público, la seguridad, la economía, la cultura, la salud, el desempleo, las pensiones… porque siempre existirá una razón para hacerlo. Y si no la hay, seguro la buscaremos hasta encontrarla. Parece parte de nuestra naturaleza humana.
Pero… ¿qué tal si, en lugar de solo quejarnos, empezamos a hacernos cargo y pasamos a la acción? Y ojo, porque actuar no significa únicamente salir a marchar. Ese derecho a la protesta ya está demasiado instrumentalizado. Tenemos que repensar nuestra forma de entender y relacionarnos con la política. Dejemos de subestimar el poder de nuestro voto. La realidad es clara: los políticos y los partidos necesitan más de nosotros que nosotros de ellos. Cuando sucede lo contrario, es cuando se perpetúan las tiranías. Colombia necesita una ciudadanía más despierta, que no se deje manipular con la facilidad con la que ha ocurrido hasta ahora.
Los políticos nos han utilizado como herramientas para alcanzar y mantenerse en el poder. Pero en realidad, el verdadero poder lo tenemos nosotros como ciudadanos. Ellos son solo instrumentos temporales que, tarde o temprano, dejarán de ocupar esa curul o ese cargo.
Asumamos la responsabilidad de vivir en democracia y pasemos a la acción. Solo así lograremos que los políticos sean cada vez más vulnerables ante una ciudadanía informada, que entiende y ejerce su papel en la democracia.