Y tú, ¿alguna vez has deseado dejar de vivir?
La sociedad del siglo XXI se enfrenta a Inteligencia Artificial, redes sociales, contaminación ambiental, pero, la gran epidemia de la actualidad solo tiene un nombre: Salud Mental.
02:41 p. m.
Luego de superar una pandemia en el 2020 por el COVID-19, el mundo parece seguir sin abrir muy bien sus ojos. Es cierto que hay enfermedades y virus que requieren atención médica, investigaciones y precaución de la población, sin embargo, la gran epidemia del siglo XXI solo tiene un nombre y es la salud mental.
Seguramente al escuchar ‘salud mental’ tenemos una gran referencia de lo que esto significa, más allá del tecnicismo o de hablar sobre problemas exteriores, el hablar sobre este tema debería conectarnos con nosotros mismos y ponernos frente a un espejo donde podamos analizar qué tan saludables somos a nivel emocional y mental.
Si otros pudieran ver o saber eso que sentimos, pensamos y cómo funcionan nuestras emociones, ¿estaríamos orgullosos de mostrarlo? O mejor aún ¿realmente dejaríamos que alguien más pudiera verlo?
Por más hipotético que suene, la vulnerabilidad siempre ha sido el punto débil del ser humano. Revelar nuestros secretos, hablar de nuestros miedos, hablar de lo que nos duele…parece ser cada vez más difícil. Incluso con la difusión de información sobre salud mental, que cada vez, es más, aún nos asusta exponer nuestros verdaderos miedos, traumas, sentimientos y cualquier cosa que pueda hacernos quedar mal ante los otros.
Salud Mental: La cruz que carga la nueva juventud
A través de los años se ha ido hablando más sobre el bienestar emocional, la importancia de esto e incluso, de cómo poder trabajar en ella. Al haber tanta información sobre este tema, que sin duda, antes no había, se cree que la nueva juventud tiene la obligación de ‘estar bien’, de no sufrir de algún trastorno o condición ya que cuenta con todas las herramientas para no padecerlas.
El afán de sanar se hace más fuerte en las nuevas generaciones, lo peculiar de esta situación es que recordemos que las afectaciones emocionales y mentales vienen de años atrás, mucho más lejos de lo que imaginamos.
El hablar con nuestros padres sobre salud mental se ha vuelto más sencillo, para algunos, hay quienes aún no saben cómo abordar este tipo de conversaciones que pueden llegar a ser incómodas en muchos casos. Sin embargo, quienes lo hemos logrado hemos encontrado que ellos muchas veces se sintieron mal, tristes, decepcionados, rechazados, abandonados e incluso, aceptan tener traumas y heridas que aún les cuesta enfrentar.
¿Has pensado en dejar de vivir?
Esta es una pregunta a la que no muchos quieren responder, por el motivo que sea, es difícil hablar sobre algo como el suicidio. A pesar de esto, cuando hay noticias como el fallecimiento de Catalina Gutiérrez Zuluaga, quien era residente de la Universidad Javeriana, todo el mundo está dispuesto a comentar y dar su opinión al respecto.
He logrado tener algunas conversaciones sobre este tema con personas de diferentes edades y me he encontrado con que, no importa cómo fue la crianza, qué estudió, qué edad tiene, todas estas personas en algún momento de su vida han pensado cómo sería dejar de vivir. La mayoría de ellos solo se han quedado en la imaginación, pocos lo han intentado.
El poder hablar de estas cosas con personas que consideremos adecuadas para hacerlo es de vital importancia para poder reconocernos como seres humanos, que en efecto, sienten y tienen emociones que no siempre son ‘positivas o negativas’. En caso de no tener una persona de confianza, es válido levantar la mano y simplemente pedir ser escuchado, aunque muchos crean que esto podría ser vergonzoso, no lo es.
Si bien hay situaciones que nos generan profundo dolor, la solución nunca será quedarnos callados. Un psicólogo que admiro mucho y me salvó la vida hace algunos años me dio un consejo que nunca he olvidado; cuando estaba convencida de que no soportaba más dolor y sufrimiento, cuando estaba convencida de que no había nada bueno en mi vida, él hacia referencia a esto diciendo que tenía puestas unas gafas con lentes oscuros y por eso veía todo de esta manera; cuando lograba reconocer las cosas buenas que aún había en medio de ese dolor, me decía que estaba cambiando los lentes de mis gafas, ahora eran de colores…
La empatía es fundamental para relacionarse con la salud mental, aunque es de vital importancia ser empáticos con los otros, también necesitamos serlo con nosotros mismos, es con quienes más olvidamos serlo y a veces somos quien más nos necesita.
Y tú, ¿de qué color son los lentes con los que miras la vida?
_ValentinaRom_