Michael Jordan, ¡eso sí que era un influencer!
¿Te imaginas que Michael Jordan hubiera sido influencer... pero de los que bailan en TikTok?
06:00 a. m.
Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los influencers no vivían pegados a un anillo de luz ni necesitaban aplicar filtros. Eran personas que dejaban huella, no por subir videos bailando, sino por transformar vidas con su ejemplo, su talento o sus ideas. Hoy, el término "influencer" se usa para todo: desde el que recomienda mascarillas de aguacate hasta el político que no puede sobrevivir sin lanzar un escándalo nuevo cada vez que el anterior pierde vigencia.
En mi época –y aquí me pongo nostálgico con estilo–, los influencers eran gigantes. El más grande para mí, y debería serlo para todos, es Michael Jordan. Este hombre no solo redefinió el baloncesto; redefinió cómo enfrentar la vida. Su mentalidad ganadora, su capacidad de nunca rendirse, su obsesión por ser el mejor sin excusas... ¡Eso es influencia! Jordan me enseñó que los retos no se esquivan, se enfrentan. Que la perfección no existe, pero se busca. Y que liderar no es una opción, sino una responsabilidad.
Miremos a los influencers de hoy, incluyendo a algunos políticos y deportistas. ¿Qué hacen? No inspiran a largo plazo; simplemente buscan mantenerse relevantes. ¡Y cómo no! Si cada escándalo se apaga más rápido que las luces del estadio después de un mal partido. Son maestros en la "influencia del corto plazo": hoy una polémica, mañana otra, porque lo importante no es construir un legado, sino mantenerse en tendencia.
¿Y qué decir de los influencers digitales? Muchos se han convertido en expertos en viralidad, pero pocos en trascendencia. Claro, no es fácil generar contenido que conecte con millones, pero seamos francos: ¿bailar, hacer bromas o lanzar indirectas realmente cambia vidas? Quizá entretengan, pero comparar eso con los verdaderos influenciadores de antes es como comparar una historia de Instagram con un libro que marcó generaciones.
Antes, los influencers eran líderes políticos que, aunque polarizantes, tenían una visión a largo plazo. Eran escritores que transformaban mentes, deportistas que competían por la gloria, no por contratos multimillonarios. Gente que inspiraba a ser mejor, no solo a comprar su línea de ropa.
Michael Jordan no necesitaba likes, ni comentarios, ni la frase “suscríbete a mi canal”. Todo lo que hacía hablaba por sí solo. Nos dejó lecciones de liderazgo, de resiliencia y de grandeza. ¿Qué nos dejan muchos de los influencers actuales? Una lista de cosas que probablemente no necesitamos y un feed lleno de contenido reciclado.
La diferencia está clara: los verdaderos influencers no buscan escándalos ni validación instantánea; buscan dejar un impacto duradero. Necesitamos más Jordans y menos "trending topics". Porque, al final, la verdadera influencia no se mide en seguidores, sino en el legado que dejas cuando se apagan las luces.
Solo para dejar algo en claro: no tengo nada en contra de esas personas que se hacen llamar o se creen influencers; simplemente, las categorizo como "creadores de contenido".