Pablo Escobar y La Catedral, su refugio de máxima comodidad
Hace 30 años murió el narcoterrorista que provocó una sangrienta guerra en el país. Así fue su edificio Mónaco y así fueron sus crímenes.
Muy temprano, el 13 de enero de 1988, un nuevo y atronador sonido estremeció a Medellín. Acababa de ser activado un carro con explosivos en uno de los sectores encumbrados de El Poblado. ¿El objetivo? El edificio Mónaco y sus ocupantes.
La construcción fue una de las propiedades que enorgullecieron a Pablo Escobar: tenía 4 mil 600 metros cuadrados, ocho pisos, 12 apartamentos, 34 parqueaderos, dos piscinas y cancha de tenis. La mandó a edificar para su esposa y sus dos hijos, cerca de lugares emblemáticos como el Club Campestre, y la adornaron con muy cotizadas obras de arte, incluida La Familia, escultura del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, colgada en un muro de la fachada.
Escobar y su familia llevaban escasos dos años cuando se produjo el atentado. Fue el primer carro bomba que explotó en el país, y una declaración de guerra del cartel de Cali contra el narco.
Después de la extinción de dominio, el Mónaco hizo tránsito por varias funciones, y blanco de otros atentados, hasta su implosión, el 21 de febrero del 2019, para construir el Parque Inflexión, en homenaje a las víctimas del narcotráfico.
La Catedral, máxima comodidad
Un año, un mes y tres días: eso duró la entrega de Pablo Escobar a las autoridades colombianas. Aceptó recluirse en la cárcel de La Catedral, en Envigado, el 19 de junio de 1991 por mediación del padre García Herreros y Alberto Villamizar.
Escobar, que nunca gustó de andar solo, se sometió en compañía de su hermano, Roberto, y varios de sus sicarios. Cuando las evidencias de secuestros, asesinatos y otros crímenes cometidos en esa prisión obligaron al traslado a una de orden militar, tomaron de rehenes a dos altos funcionarios del gobierno de César Gaviria y escaparon.
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La fuga reveló además que el narco y sus cómplices vivían con lujos, muchas visitas y prácticamente hacían lo que les daba la gana. Años después también se supo que el mismo Escobar había mandado a construir la cárcel dos años antes de su entrega. No exageraron quien la llamaron “cárcel de máxima comodidad”.
Mártires del narco
El 30 de abril de 1991 se produjo el último magnicidio ordenado por Pablo Escobar: fue contra el exministro de Justicia Enrique Low Murtra. Por coincidencia o cálculo perverso, exactamente siete años atrás había sido asesinado Rodrigo Lara Bonilla.
También fueron mártires del narco los magistrados Hernando Baquero Borda, Gustavo Zuluaga Serna, Carlos Ernesto Valencia; los jueces Tulio Manuel Castro y María Helena Díaz, y los coroneles de la Policía Jaime Ramírez Gómez y Valdemar Franklin Quintero. El exministro Enrique Parejo sobrevivió a un atentado en Budapest (Hungría). Todos quedaron en la mira de Escobar por cumplir con su deber.
Lo mismo ocurrió con el director de El Espectador, Guillermo Cano Isaza, el Procurador Carlos Mauro Hoyos, el gobernador de Antioquia Antonio Roldán Betancur, el candidato a la Presidencia Luis Carlos Galán, el árbitro Álvaro Ortega y los periodistas Jorge Enrique Pulido y Diana Turbay, entre otros.