Complicidad y silencio: la relación de Colombia con Maduro
Mientras el mundo rechaza el fraude electoral de Maduro y su régimen, nuestros políticos se mofan y justifican lo indefendible.
11:16 a. m.
Hay frases que avergüenzan, como esta que dijo con insolencia Nicolás Maduro, durante una cumbre, a sus otros amigos: el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el cubano, Miguel Díaz-Canel.
"Tenemos muchos amigos en Colombia que nos protegerán y están dispuestos a todo"
Pero hay imágenes que logran que esas vergüenzas pasen a un segundo plano, como la del excanciller Álvaro Leyva con Maduro.
¡Y qué amigos tiene Maduro! Tan desafiantes como desconcertantes resultan las palabras de Leyva al justificar su visita a Venezuela. Escribió un trino en el que habla de "la búsqueda de la verdad "y habla de “democracia y paz”. ¿De qué verdad se puede hablar con quien se robó las elecciones y los sueños de su país? ¿A qué democracia se refiere cuando tiene encarcelados a quienes piden en las calles libertad?
Mientras nuestros deportistas viajan y nos llenan de orgullo, nuestros políticos nos avergüenzan. Mientras el mundo rechaza el fraude electoral de Maduro y su régimen, nuestros políticos se mofan y justifican lo indefendible.
Leyva, un conservador que lleva más de 50 años en la vida política, que recibió, siendo prófugo de la justicia colombiana, en su casa de Costa Rica a 'Raúl Reyes'; hoy abraza al dictador y a sus cómplices, se codea con la mentira y la tiranía con el beneplácito del Gobierno.
El actuar cómplice de estos políticos no refleja lo que pensamos y sentimos los colombianos, parece una obviedad, pero no lo es porque ese rechazo viene del pueblo, pero no de quienes lo gobiernan. ¿O han oído ustedes a alguien “del cambio” rechazar la violación de derechos humanos por parte de Maduro y sus secuaces?
La CIDH ha sido tajante, el presidente Lula se negó rotundamente a aceptar la victoria de Maduro, el presidente chileno afirma que es un falso triunfo, pero en Colombia las aguas tibias han dejado gélido a más de uno por la indiferencia con la que guardan silencio, sobre todo senadores que en el pasado han criticado a mandatarios de otros países como Ecuador.
Esta contundente sentencia vino de la senadora del Pacto Histórico María José Pizarro que hoy mira a otro lado y desconoce los 1.780 casos de presos políticos en Venezuela.
Tampoco han rechazado los 114 adolescentes castigados y encarcelados por Maduro. Les cuesta ligar la palabra dictadura a Venezuela.
Este silencio y falta de sensatez contrasta con el actuar de otras mujeres. Mujeres a las que no les tiembla la voz y no les duele reconocer que en nuestro vecino país se robaron la ilusión de la gente. Son voces de mujeres que aplauden la valentía de otra mujer a la que negarle su coraje es mezquino, mezquino como el silencio.
¿Miramos a otro lado? ¿Nos encogemos de hombros? ¿Cruzamos los brazos? ¿Es la única salida que les podemos ofrecer a los venezolanos más allá de una frontera abierta? Por lo menos exijámosle al Gobierno que no sea más amigo de la tiranía porque, como dijo Borges: las dictaduras fomentan la idiotez y de esa ya tenemos en nuestro patio y de sobra.