Mamados de los bloqueos en Bogotá
Es inaudito que cada día en Bogotá, en promedio, se registren tres bloqueos a TransMilenio por protestas. ¿Hasta cuándo esta pesadilla?
07:59 a. m.
Hace apenas unas horas, un grupo de indígenas causó tremendo caos en Bogotá por los bloqueos y los desmanes en la carrera Décima. Menos mal que en esta ocasión le permitieron a la Policía reaccionar, y finalmente pudieron habilitar la vía. Veía uno las caras de la gente afectada, gente que madruga todos los días a trabajar, a estudiar, a una cita médica. Desesperados, mamados, porque eso de bloquear y afectar a una amplia mayoría de personas se volvió habitual.
El dato aterra. En apenas tres meses, reportan las autoridades 293 eventos que afectaron a TransMilenio. Regla de tres sencilla: en promedio, tres bloqueos al día. Casi que cada ocho horas alguna troncal está paralizada.
Plantones, marchas, protestas violentas… de todo pasa en esta ciudad todos los días. Y claro que la protesta es legítima, pero ¿hasta dónde ese derecho a reclamar llega? Me pregunto entonces si está por encima de una amplia mayoría que termina terriblemente afectada. Y es que realmente es suficiente pesadilla el trancón de Bogotá, la congestión de TransMilenio, el miedo que hay que afrontar para salir a las calles por la inseguridad, como para colmo aguantarse cuanta molestia hay en algún sector del país, que termina llegando a reclamar a la ciudad, afectando a todos.
Fácilmente, en hora pico, el bloqueo de 20 personas puede afectar a 700 mil usuarios del sistema. ¿Hay derecho? ¿Se compadece que unos pocos puedan paralizar a una ciudad como Bogotá? Según datos del mismo TransMilenio, la hora de mayor afectación es la hora pico de la tarde, cuando más cansada y agotada va la gente para sus casas, y duran aproximadamente cinco horas.
Hablemos ahora del comercio… un reciente estudio de FENALCO señala que el 98 % del comercio cierra cuando hay amenaza de bloqueos o disturbios en el centro de Bogotá. Implica una caída total en ventas durante un día. Calculen ustedes el pago de arriendo, de los empleados. Y ni hablar cuando hay vandalismo. ¿Quién asume las consecuencias por daños?
No más. ¿Por qué tenemos que pagar los platos rotos? ¿Por qué los derechos de unos priman sobre los de una inmensa mayoría? Protesten, por causas que no dudo en su mayoría sean muy justas, pero no se metan con el transporte y mucho menos vandalicen la ciudad. Yo sí quiero a Bogotá, y duele ver que la cojan como violín prestado.
Un último dato: solamente hay quince intervenciones de la Policía en manifestaciones. Eso también muestra lo maniatada que está la autoridad. No es que siempre se necesite —por supuesto, primero el diálogo—, pero en muchos casos sí, y no lo hacen porque no lo permiten o porque —no nos digamos mentiras— también temen resultar debiendo.