Empeñados: la cruel realidad de los préstamos 'gota a gota', desde la perspectiva de las víctimas y los cobradores
En Noticias RCN nos sumergimos en las profundidades del 'gota a gota', un negocio que deja asesinatos, desaparición y muerte.
¿Sabían ustedes que en Colombia se mueven a diario cerca de 3.000 millones de pesos por préstamos ‘gota a gota’? Lo peor de este mercado ilegal de créditos está en las tragedias que causa. Muchos tienen que escapar, como el caso de una mujer que dejó su pueblo para salvarse de las amenazas y agresiones de los cobradores.
Desde orillas opuestas: un cobrador y una víctima de ‘gota a gota’, cuentan su historia.
“El que acude al ‘gota’ que sepa que tiene que pagar”: cobrador de préstamos ‘gota a gota’:
Según estudios de la Universidad Central, los préstamos ‘gota a gota’ mueven diariamente $2.800 millones en Colombia, una cifra que supera el medio millón de dólares.
“Siento un poco de remordimiento porque a veces me ha tocado hacer cosas pesadas para cobrar”, son las palabras de un cobrador de este tipo de préstamos.
Mientras que la víctima recomienda que “no se vuelvan a valer nunca de esos ‘gota a gota’ porque son unas sanguijuelas y ellos te quitan todo, la vida, la tranquilidad, la salud tuya y de tu familia”.
“Mi historia es de terror. He venido pasando por muchas cosas; ha afectado mi vida, la de mi familia, es una locura y literal es venderle el alma al diablo”, consideró la víctima.
La pesadilla de los préstamos 'gota a gota'
Imagínese estar en un laberinto oscuro y sin poder salir, y cuando finalmente lo logra, lo único que encuentra son trampas y engaños. En Noticias RCN nos sumergiremos en las profundidades de un negocio que deja asesinatos, desaparición y muerte.
“Yo empecé valiéndome de ‘gota a gota’ de $10 millones, donde pagaba un interés al 20 %, y les pagaba $2 millones mensual. Uno cree que puede pagar esa plata, pero es impagable”.
Los cobros, que llegan al WhatsApp se transforman en amenazas. En cualquier calle, en cualquier punto de la ciudad no es tan difícil encontrarse con estas ofertas de préstamos fáciles que aparecen en los postes. Promesas mentirosas de una publicidad engañosa.
“En todo lado hay ‘gota a gota’, han matado gente, pero eso está en el anonimato; nadie habla del tema y la gente por miedo no lo hace”.
“El día que yo no tenía para pagarles intereses, ellos me prestaban para cubrir los mismos intereses que les debía. La suma, en este momento, de $10 millones llegó a $200 millones”.
Como depredadores, los cobradores sin rostro atacan. Las deudas se pagan sin excepción.
“Hicimos un estudio en el 2022 y 2023 que lo que nos pedía determinar era que el 46% de la gente que está en el espacio público, su fuente de financiación para el plante o para resolver un problema, es el ‘gota a gota’. La mayoría de los vendedores informales piden entre $400.000 y $1.000.000 para reproducir sus mercancías y sacar su ganancia”, comentó Alejandro Rivera, exdirector del IPES.
Lo que comienza como un préstamo de emergencia se convierte rápidamente en historias de horror. El miedo se transforma en compañero constante de aquellos que se encuentran atrapados en este laberinto.
“Yo le cogí pavor a las motos porque decía: ‘¿en qué momento me van a dar un tiro o a un hijo, o a uno de mis familiares. Se hizo insostenible y tuve que salir de la noche a la mañana como un ladrón”, recuerda la víctima de esta cruel práctica.
“Esto por $3 millones que le peguen dos tiros a una persona. He visto que por $500.000 le partan un pie; que por $3 millones le lleguen dos o tres motos y le rompan la cabeza y lo manden todo roto para la casa”, comentó el cobrador.
Son préstamos que se convierten en pesadilla.
“Esto funciona a través del temor que usted tiene. El miedo a pagar. Que Si usted no paga lo matan, es lo que funciona acá; no es el embargo, como pasa en el crédito tradicional, o que le quiten las cosas, o que lo reportan en las centrales de riesgo. Aquí lo que existe es el miedo, la muerte y la extorsión a la víctima y su familia para quitarle la tranquilidad”, agregó el exdirector del Ipes.
“Los cobradores no van a dejar que usted se lleve el dinero, en cualquier lado lo van a encontrar”, sentenció el cobrador en anonimato.
Un mundo en donde la plata vale más que la vida misma, sin importar los daños y sueños que se quedan atrás.
Empeñados: la cruel realidad de los préstamos 'gota a gota' | Segundo capítulo
“Fueron a la casa y me la cogieron a patadas. Me trataban mal, por lo cual me sentía afectada, deprimida y no hallaba qué hacer”: es el relato de Silvia Muñoz Olaya, una microempresaria colombiana víctima de los prestamistas ‘gota a gota’.
Según el exdirector de la Dijín, general (r) Fernando Murillo, estas personas suelen “atacar las residencias, dañar los vidrios, rompen las puertas, hurtan los electrodomésticos. Ingresan y se les llevan los equipos que pueda tener una persona, y eso es un hurto”.
Las empanadas y papas de una esquina reconocida hacen parte del movimiento del barrio Quebraditas en Neiva. Tienen el sello de nueve mujeres. Silvia Muñoz siempre ha sido una madre amorosa y mujer emprendedora, pero en el 2013 tuvo un fuerte revés y volvió al campo cansada y sin ilusiones.
En ese tiempo una de sus hijas la convenció para trabajar como siempre ha querido hacerlo: por su cuenta.
Así nació una microindustria con una producción que comenzó midiéndose en libras y ahora se calcula en bultos y puestos de trabajo. Cuando el negocio ya marchaba le entregó el manejo a una persona de la familia para ayudarla, y todo parecía ir bien, pero no.
De repente la enfermedad tocó a la puerta; uno de los suyos cayó en coma y al tiempo que lidiaba con esto fue sorprendida con el cobro de una deuda familiar.
“Eran 12 acreedores, 12 ‘gota a gota’ y de esos de todas maneras cobraron cifras exageradas. Nos tocó cumplir para evitar problemas”, comentó Silvia.
No pudo evitar las amenazas. Quienes conocen a fondo esta modalidad de préstamos advierten que ningún deudor escapa al asedio de los ‘gota a gota’ y su protocolo de violencia y abuso.
“Estamos encontrando un fenómeno, las personas se enferman, no pueden salir a trabajar, empiezan a cansarse, a no pagar esa obligación, y ya pasa a un tercer anillo que son los agresivos. Entonces mandan personas en moto, violentas”, explicó Murillo.
“Me cobraron hasta plata que no era. Me cobraron mucha plata porque a los que le debía $1.000.000 me cobraron $2.000.000; a los que les debía $10.000.000 me cobraron $22.000.000”, recuerda la microempresaria.
La deuda que tuvo que asumir era de $12.000.000, pero terminó pagando $40.000.000.
“Ellos me amenazaban, iban a la casa a ver cómo me agredían, entonces me trataban mal; y para quitarme eso les cancelé hasta el último peso, y me quité ese problema”.
“Eso lo podemos identificar como la misma extorsión de menor cuantía. Donde permanentemente está el delincuente atemorizando al ciudadano. No hay pagadiario que le resuelva a usted los problemas para bien, en calidad de vida. Siempre va a terminar afectando no solo a la persona, sino a su familia y hogar”, agregó el exdirector de la Dijín.
Muchas personas cercanas a Silvia Muñoz veían con impotencia la presión que ejercían los cobradores, incluso cuando su pariente seguía en coma.
Finalmente pudo salir de aquella deuda gracias a la ayuda del Banco Agrario. Ahora puede reírse de las palabras ‘gota a gota, que sirven para definir a ciertos amores que terminaron para que la vida fluya.
Empeñados: la cruel realidad de los préstamos 'gota a gota' | Tercer capítulo
En Colombia hay 1.300.000 pequeños negocios que acuden a los ‘gota a gota’, préstamos que únicamente les alcanza para sobrevivir porque los intereses y los cobros llevan a los deudores a un peligroso círculo vicioso.
Así lo relatan personas como Nicolasa Núñez, una boyacense dedicada a la joyería quien muchas veces tuvo que escoger entre pagar lo que debía o llevar un plato de comida a la mesa de su casa.
“Fue muy duro cuando me robaron. No me había dado cuenta de que yo ya estaba metida en una situación muy grave antes de que me robaran, que era estar valiéndome de dinero que no me correspondía”, comentó Nicolasa.
El robo partió en dos las finanzas de esta madre de familia, oriunda de Villa de Leyva, Boyacá, con nombre de personaje de libro de historia. Hasta el día en que asaltaron su local de joyas se batió como guerrera en un sector de Bogotá que tiempla los nervios.
“Yo trabajaba en el centro, en la Jiménez. Por eso es que conozco todo lo de los ‘gota a gota’ y todo, porque en el centro se mueve terrible”.
“Ella estaba con su negocio normal, trabajando fuertemente, pero de un momento a otro con los robos todo empezó a decaer, y se vino pandemia, pues ella de una vez se le vino todo abajo”, detalló su hija.
Cuando se produjo el robo, Nicolasa ya había caído en la misma trampa en la que están hoy 1.300.000 colombianos dueños de pequeños negocios.
“La joyería demanda mucho dinero, entonces empecé a meterme en ‘gota a gotas’. A usted le dicen, tranquila, sin ningún compromiso; usted solamente recibe la plata y luego nos va devolviendo, no necesita papeles ni nada”.
Hernando Chica Zuccardi, presidente del Banco Agrario, manifestó que “por un día o media tarde de gestión, de llenar un formulario, estamos teniendo una gran oportunidad de financiamiento en condiciones favorables, económicas, sin tener que corre riesgos en estas cartulinas que nos llevan al ‘gota a gota’”.
Lo difícil comienza apenas se recibe el préstamo. Dicen los expertos que es como entrar a un ecosistema de ilegalidad en el que acecha el peligro.
“Eso ya tiene una organización. El prestamista, que es como el cabecilla de todo este fenómeno criminal, tiene unas personas que permanentemente van a hacer el cobro, y mientras la persona pague ese diario, y no se deje alcanzar, no tienen ningún problema”, explicó el general (r) Fernando Murillo, exdirector de la Dijín.
“Allá (en el centro de Bogotá) se veían a cada rato situaciones que tenían que esconderse o irse por las amenazas. Llegan hasta a matar”, comentó Nicolasa.
Pero con el hambre respirándole en la nuca, pasó por alto el riesgo y el miedo. La alternativa era que el negocio se fuera a pique y por ahí derecho su vida y la de su hijo menor.
“Soy madre de tres hijos. Tengo dos chicas y un chico con múltiple discapacidad, por el cual me ha tocado batallar bastante fuerte; difícil la situación porque económicamente no cuento con recursos de ninguna índole que me ayuden”.
En aquel tiempo los bancos no eran opción, ya les debía, y no cumplía los requisitos para acceder a otro préstamo.
“Ellos piensan que por pagar poquito diariamente, van a ser capaces de cumplir la obligación y lo van a hacer por una vez, pero esto es como una adicción, pagan una vez y la gente continúa, y ya no es con un solo pagadiario, son dos, tres, cuatro”, manifestó el exdirector de la Dijín.
“Yo no quería aceptar que no podía continuar porque el dinero que necesitaba no era suficiente, entonces me metí en el ‘gota a gota’ y es peor porque uno lo que gana, lo tiene que entregar y entonces ni comida ni nada. Muchas veces aguanté hambre”, recuerda Nicolasa.
Los ‘gota a gota’ muchas veces no tienen compasión y Nicolasa tuvo que pagarles con la joyería de plata que se salvó de los ladrones.
Hace poco se le presentó una oportunidad para volver a trabajar gracias a que fue aceptada para una línea de crédito especial a la que también tuvo acceso su hija.
“Mi hija llamó al chico del Banco Agrario y él me hizo el estudio, y efectivamente ese día yo empecé otra vez de cero con los bancos porque estaba reportada”.
Nicolasa Vicenta Núñez, quien desde siempre ha enfrentado temporales continúa ahora en su empeño por dejar de saltar matones, tratando de sacarle el mayor provecho al crédito y de ponerle buena cara a los tiempos difíciles.