Amazonas, entre el covid y la minería: ¿Quiénes son los yuri-passé y por qué están en peligro?
En el Parque Nacional Natural Río Puré habitan pueblos indígenas que han permanecido aislados de todas las comunidades al menos en los últimos cinco siglos.
Noticias RCN
10:13 a. m.
Cierre los ojos. Piense en eso que llaman “el pulmón del mundo”. Imagínese los ríos que lo componen; los bosques más espesos que le dan vida. La biodiversidad más rica, pero, al mismo tiempo, la inmensidad más abrumadora. Allí, a donde pocos pueden llegar; allí donde cualquiera puede perderse y nunca regresar, nos encontramos a uno de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario de los que muchos expertos hablan, aunque pocos puedan verlos: los yuri-passé. Esta comunidad indígena no tiene contacto con personas ajenas a su grupo desde hace más de 500 años. Su cultura es considerada patrimonio de Colombia.
Viven a orillas del río Puré, en uno de esos cuadrantes que componen los más de siete millones de kilómetros cuadrados que tiene la Amazonía. Se ubican sobre un terreno que reclaman como propio, pero al que, por estos días, llegan las dragas brasileñas para practicar la minería ilegal. Un territorio apetecido por decenas de manos ilegales que quieren saquear las riquezas que lo bañan, como el oro. Un espacio en el que con este tipo de actividades los foráneos no solo causarían un daño medio ambiental de magnitudes incalculables, sino que pondrían en riesgo de extinción a las comunidades indígenas en aislamiento llevándoles los virus y las pandemias del mundo civilizado que les son ajenas por el confinamiento voluntario en el que viven desde hace cientos de años. Una simple gripa o el letal covid-19 acabaría con su especie.
Precisamente por eso la ONU ha lanzado un SOS recurrente por los yuri-passé y también por eso fue que llegamos, con el equipo de Noticias RCN, acompañando a los hombres de la unidad contra la minería ilegal de la Policía Nacional y uniformados de tres fuerzas militares, con quienes recorrimos cientos de kilómetros para tratar de rescatar a una comunidad en riesgo.
Cautelosas y avezadas, las personas que componen esta operación tienen un objetivo en mente: destruir las dragas que saquean el oro de la Amazonía colombiana.
La travesía comienza en La Pedrera
Para llegar al lugar donde viven los yuri-passé hay que surcar más de 830 kilómetros y hacer varias estaciones. La primera de ellas es el corregimiento de La Pedrera, en la Amazonía colombiana. Fueron cuatro horas de vuelo: dos a San José del Guaviare y otras dos a esta tierra de pescadores.
Alejada geográficamente del centro del país y terriblemente abandonada por los gobiernos de turno, pero protegida por el poder de la selva o por una fuerza mística, llegamos a este lugar: La Pedrera, un corregimiento que tiene en su casco urbano aproximadamente 700 personas.
Paradójicamente, en el Amazonas, donde todo ha llegado con años de retraso, el único en llegar puntual fue ese que nadie quisiera recibir: el covid-19. En los últimos meses arrasó con quien le dio la cara, y desafió a las autoridades. Aún así, por una razón inexplicable, en La Pedrera no se presentaron muertes.
Según el corregidor, Carlos Vaca, “la mayoría de las comunidades, en un 90%, tuvieron gripa… se les fue el sabor, se le fue el olor, pero ellos, afortunadamente, gracias a Dios, con las bebidas se mejoraron… con las bebidas ellos, allá tradicionales”. Así nos lo confirmaron también algunas mujeres del pueblo. Para ellas, “la peste maldita”, como le llaman, ya salió de sus cuerpos.
A La Pedrera le falta todo: no tendrán muertos por coronavirus, pero tampoco tienen agua potable, conectividad, luz eléctrica y la lista de elementos ausentes sigue. Eso sí, la calidad humana; esa misma que se ve en el rostro de los niños y en la sonrisa de sus habitantes, abunda en este sitio. Para la muestra un botón: Desiderio. Un pescador flaco, alto, de tez oscura, sin pelos en la lengua.
Según este carismático hombre: “el covid nos cogió y aquí el Gobierno ni siquiera ha dicho manden un paquete de café para que se tomen algo el día que la gente se muera… ya nada, nada”.
Desiderio no usa tapabocas. Según él, está sano, entre otras, gracias al chinchorro que se toma en las madrugadas.
El pintadito, bocadillo, dorado y el gran pirarucú han pasado por sus redes. En lo poco o en lo mucho, agradece. Si no lo ha matado la ausencia del estado, seguro tampoco lo hará este virus.
En La Pedrera, a sus habitantes, no los mató el covid, pero cerca de allí, tan solo una gripa podría acabar con un tesoro nacional escondido en la selva. Nuestro camino continúa hacia el Parque Natural Nacional Río Puré; donde una amenaza mortal se cierne sobre los desconocidos "Yuri-pasé"...