Con preguntas y trabajo abrimos camino en la política
He reiterado que no me avergüenzo de preguntar, no renuncio a mi derecho a aprender y entender, como lo hacemos todos a lo largo de nuestra vida.
04:24 p. m.
Joven, mujer y artista. Con esa caracterización llegué a la Cámara de Representantes el pasado 20 de julio con el propósito de hacer un ejercicio político de construcción colectiva, en el que nuestras voces, diferentes, con sus bemoles y sostenidos fueran escuchadas, a través incluso, del valioso ejercicio de preguntar.
Hace unos meses, solo con el anuncio de mi candidatura - a la que le es posible acceder a cualquier ciudadano mayor de 25 años - en redes sociales inició una campaña de matoneo con un objetivo claro: descalificarme.
A pesar de ello, nuevas personas y voces de apoyo se sumaron día a día a la construcción de este proyecto político, la idea de forjar un proceso que partiera de reivindicar la cultura y el arte era más que esperanzadora para quienes participamos de las acciones artísticas durante el Paro Nacional.
Comprendí a raíz de ese trabajo que, a pesar de que nunca había tenido intención de participar en política electoral, no podía quedarme de brazos cruzados al saber que mis acciones podrían ayudar a otras personas y aportar a la transformación de mi país.
Así, en medio de una austera, juvenil y, sobre todo, creativa campaña, con mi equipo sacamos avante la iniciativa que invitó a “tomar la batuta” a miles de antioqueños. Una bella metáfora que relaciona la labor de la dirección de orquesta con la de participar de lo público, tener iniciativa y gestar los cambios que necesitamos.
Durante estos meses, un grupo de jóvenes, con diferentes saberes y capacidades y convencidos de que el cambio que requerimos es esencialmente cultural, demostramos que éramos capaces de generar insumos para el análisis, coordinar estrategias de comunicación, organizar eventos y de promover estrategias novedosas en la política; aportes que considero fueron fundamentales para conseguir, por primera vez en la historia, tres curules a la Cámara en el espectro político de izquierda y alternativo en el departamento de Antioquia.
Siempre he sido enfática en decir que antes que política, soy artista. En la música me formé con habilidades como la escucha y el trabajo en equipo, que considero fundamentales en el ejercicio de representatividad democrática que ahora ejerzo. A lo largo de este camino, he comprendido que estos dos elementos deben ser esenciales en la política, pero que en la práctica, lastimosamente, no es así. De allí, que en escenarios como el de la plenaria de la Cámara de Representantes no se escuche a quien interviene, se sienta el murmullo constante en la sala y se invisibilice el trabajo valiosísimo que hacen quienes están detrás de cada Representante.
Sobre mi trabajo en el Congreso, debo decir que a escasas tres semanas de haber iniciado la labor legislativa, junto a mi equipo hemos hecho una tarea incansable: participar de cada espacio formal de discusión en la plenaria, revisar gaceta a gaceta el contenido de los proyectos en trámite, evaluar y construir las iniciativas legislativas que vamos a presentar y en las que acompañamos a otros congresistas, considerar cada proposición y nuestra participación en las comisiones accidentales, audiencias públicas y debates de control político que se avecinan, siempre evaluando nuestras metodologías y desempeños porque sabemos que en este momento incipiente de trabajo político tenemos que construir con rigor la forma en la que vamos a trabajar en adelante. A ello se suman las constantes reuniones con otros equipos de trabajo, con organizaciones y comunidades, y por supuesto, con los ministros y ministras entrantes para desarrollar y promover las iniciativas de la bancada, en especial aquellas dirigidas al sector cultura.
De hecho, esta semana en la que tanto llovieron las críticas hacia mí y hacia mi equipo, fue especialmente productivo el trabajo con la ministra de Cultura, Patricia Ariza, con el ministro de Educación, Alejandro Gaviria, en el Encuentro de Universidades Unidas, con mujeres que se desempeñan en el trabajo doméstico y con organizaciones LGBTIQ+, hubo espacio incluso para participar en el primer encuentro del Centro de Altos Estudios Legislativos en la Universidad Externado y comprender mejor algunas falencias del trámite legislativo colombiano. Un trabajo enorme que fue eclipsado porque realicé una pregunta en medio de la instalación de la Comisión VI. “¿Cómo suscribo esa proposición?” no saber cómo hacerlo y preguntar con total honestidad fue la razón de un escrutinio público que fue desde lo crítico hasta lo ofensivo.
Ante ese escenario, he reiterado que no me avergüenzo de preguntar, no renuncio a mi derecho a aprender y entender, como lo hacemos todos a lo largo de nuestra vida. Tampoco - y a pesar de la exigencia de los medios - reconozco un error, pues no hubo tal: una vez radicada una proposición quise suscribirla, me dirigí a la mesa directiva para preguntar si era correcto solicitarles firmar. Quien desee saber más sobre este procedimiento, puede consultarlo aquí.
Tal vez la ligereza de las redes siempre me pase factura, por acción u omisión, seré una mujer incómoda en el Congreso de la República, pues mi lugar de enunciación es esencialmente molesto para muchos sectores: mujer, joven, artista, LGBTIQ+ y sin recorrido en cargos de elección popular. Mi voz es la de una artista convencida de que el cambio es cultural. Uno que acerque a la gente del común a la política y nos haga sensibles. Por eso, mi invitación siempre será a participar, a tomar la batuta y a que comencemos el cambio en nuestros entornos sociales a través de la empatía con los otros - los iguales y los diferentes -, de la escucha y del trabajo colectivo.
Finalmente, debo reafirmar que si algo me falta por saber o entender después de las largas jornadas de preparación con mi equipo, preguntaré. Preguntaré a mis asesores, a mis compañeros y compañeras, a la mesa directiva, a la secretaría o a quien sea que considere que su conocimiento no le es vedado a los demás y desee compartirlo.
Los jóvenes, mujeres y artistas no nos amilanamos a pesar que nos quieran minimizar en muchos espacios. Nuestra fuerza, perseverancia y trabajo son los que logran abrirnos espacios para ser protagonistas del cambio que estamos viviendo. Seremos el coro que en el Congreso propone y legisla, pero también el que pregunta, cuestiona y defiende el derecho humano a aprender, como algo que no nos puede ser arrebatado en ningún punto de nuestra vida.