Condenada al exilio
Hemos esperado más de dos décadas por volver a ser lo que fuimos y que nos vimos obligados a dejar.
02:26 p. m.
Venezuela revive el dolor de otros intentos por volver a la democracia en 25 años. Un sistema electoral automatizado y manejado a sus anchas por el régimen nos aterrizaba a lo que seguramente iba a pasar: el fraude que quedó en evidencia ante los ojos del mundo y la realidad de lo que sucede en un país que lo tuvo todo y lo dejaron sin nada.
Esta vez duele más. Es más cruel que antes. Somos muchos los que estamos fuera de casa, intentando hacer parte de una sociedad a la que no pertenecemos y guardando la esperanza de reconstruirnos de las muchas veces que lo hemos intentado.
Estar fuera, ser periodista y registrar con detalle nuevamente el sufrimiento latente de un país ilusionado por volver a la libertad no es fácil.
Venezuela volvió a las calles, con miedo, pero con la valentía y la fuerza de intentarlo una vez más. Revivimos escenarios crueles, de amenazas, violencia, muertes, detenciones arbitrarias y muchas lágrimas ante la incertidumbre de saber si algún día volveremos a abrazar a nuestra familia.
Estamos reviviendo momentos que marcaron nuestras vidas para siempre. Aquellos en los que, con la fe intacta, pese a los atropellos, las represiones, la muerte y la censura, nos mantenían en pie de lucha... Desde otros países sufrimos igual, e incluso peor que la primera vez, porque ahora estamos lejos, a la expectativa de lo que les pueda pasar a los nuestros, a kilómetros de distancia, a la espera de una llamada para saber que están bien.
Hemos esperado más de dos décadas por volver a ser lo que fuimos y que nos vimos obligados a dejar. ¡Ya basta! ¡No más! ¿Qué más tenemos que pasar para ser libres?
Era o es… Ya no sé ni cómo llamarlo, el momento de recobrar la esperanza de que Venezuela pudiera resurgir de las cenizas, de que cada uno de nosotros volviera a abrazar a los suyos.
Los venezolanos nos enfrentamos a una realidad que vuelve a marcar nuestra historia, pero esta puñalada ha dolido más que cualquier otra.
Nadie puede siquiera acercarse a imaginar el dolor y el sufrimiento por el que hemos pasado los venezolanos, los que nos fuimos y los que se quedaron, todos condenados al exilio.