Las razones por las que el apetito de las ballenas es esencial para el ecosistema
Las ballenas jorobadas, las azules y otras especies, filtran el agua del mar a través de sus barbas para alimentarse de krill y pequeñas presas.
AFP
06:48 p. m.
La voracidad de las ballenas es tres veces mayor de lo que se creía, según un estudio publicado el pasado miércoles 3 de noviembre, que puso de manifiesto el papel esencial de estos animales, diezmados por la caza, en los ecosistemas marinos.
Las ballenas jorobadas, las azules (el animal vivo más grande del planeta) y otras especies, filtran el agua del mar a través de sus barbas para alimentarse de kril y pequeñas presas.
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Los autores del estudio publicado en la revista Nature, siguieron a 321 ballenas para conocer sus hábitos de alimentación y descubrieron que una sola ballena azul come cerca de 16 toneladas de krill al día, teniendo en cuenta que no se alimentan todos los días.
"Se trata de un animal del tamaño de un avión que absorbe el volumen de una piscina en pocos segundos", señaló el autor del estudio, Matthew Savoca.
"Imagínese correr tres maratones y comer todo lo posible y hacerlo durante la mayor parte del verano. La temporada de alimentación de las ballenas, es una verdadera locura", agregó.
Basándose en las estimaciones diarias de siete especies en torno a la Antártida, el estudio calculó que las poblaciones de ballenas consumían hasta 430 millones de toneladas de krill al año y antes de que fueran diezmadas por la caza, consumían el doble de la cantidad de kril que existe en la actualidad.
El krill es un pequeño crustáceo rico en hierro. Una vez son digeridos por las ballenas y liberados en forma de excrementos, proporcionan un nutriente esencial para el resto del ecosistema, en particular el fitoplancton.
Este plancton vegetal alimenta muchos organismos de los océanos, proporciona una parte importante del oxígeno que respiran los seres humanos y, además, almacenan carbono.
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"Los nutrientes que necesita el fitoplancton están presentes en el krill, y los intestinos de las ballenas permiten liberar el hierro", afirmó Matthew Savoca, investigador de la universidad estadounidense de Stanford.
Este fenómeno podría explicar el descenso de las poblaciones de krill, que no prosperaron cuando las poblaciones de ballenas son diezmadas.
En el siglo XX se cazaron alrededor de 1,5 millones de ballenas en el océano Austral.
El restablecimiento de estas poblaciones, ahora amenazadas por el cambio climático, las colisiones con barcos, las redes de pesca y la caza que aún practican algunos países, permitiría poner en marcha un círculo virtuoso para todo el ecosistema marino.
"No solo habría más krill, sino también más peces y un ecosistema más sano", añadió el investigador.
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