La cara oculta de un asesino misterioso que permaneció por años al acecho
Un hombre al que creían un humilde campesino terminó siendo un asesino en serie. Un crimen en Tabio, Cundinamarca, permitió a las autoridades desenmascarar al responsable.
El homicidio de la señora Blanca Cecilia Santana en Tabio, Cundinamarca, permitió la captura de un hombre que habría matado a ocho mujeres más en diferentes municipios de Antioquia, un asesino serial con un macabro 'modus operandi'.
El municipio de Tabio, a una hora de Bogotá, siempre se ha caracterizado por ser un lugar tranquilo para vivir. Muchos de sus habitantes se conocen entre sí, se ayudan, se protegen mutuamente y poco se ha oído hablar de desaparición, pero todo cambió después del domingo 19 de mayo de 2024 cuando comenzó la búsqueda incansable de Cecilia Santana.
Sus hijos reportaron la desaparición al notar que pasaban las horas y no se tenían noticias sobre ella, la sensación de angustia, de incertidumbre de la familia, en poco tiempo se trasladó a toda la población. Después de dos días de intensos operativos y de intensa búsqueda la incertidumbre se transformó en dolor y rabia.
La dolorosa búsqueda de Blanca Cecilia Santana
La búsqueda comenzó el 19 de mayo de 2024 antes del mediodía cuando Diego y Karen notan la extraña ausencia de su mamá quien se había quedado donde una hermana que vivía en la vereda Río Frío.
“Me desperté y lo primero que pregunté fue por mi mamá, mi papá me dice que ella no ha llegado. Dije, voy a llamarla, la llamé y no me contestó”, relata Karen.
Espero un tiempo prudente y, como se lo dictó su instinto, llamó a su tía para obtener información de su mamá, sin embargo, la respuesta no fue lo que esperaba.
"Me dijo: no, su mamá se fue muy temprano". Según la tía de los jóvenes, la señora Cecilia desayunó y salió para la casa. “Me dijo que tenía que hablar con usted sobre algo y se fue como a las 7:30 de la mañana, ¿por qué? ¿no ha llegado?”. Karen respondió que no y empezó a parecerle extraña la situación, pero guardó la calma con la ilusión de que estuviera en una de sus habituales rutinas.
“Dije, bueno, no voy a exagerar. Esperemos a ver si ella llama o de pronto está en misa, porque le gustaba mucho ir a misa”.
Pero a la misa de 10:00 a.m. no asistió, tampoco a la de 11:00 y menos a la de 12:00 p.m. Sus hijos con llamadas a familiares agotaron todas las posibilidades, sin razón de ella, salieron a buscarla personalmente.
Después del mediodía de este domingo, la calma terminó para darle paso a la angustia. Calcularon el tiempo que debía haber demorado la señora Cecilia desde la vereda Río Frío hasta el municipio de Tabio, eso serían máximo 40 minutos.
Iniciaron la indagación en la zona de los colectivos y taxis preguntando si alguien la había visto, siguieron por los hospitales de Tenjo, Cajicá y municipios aledaños sin encontrar respuesta.
Lunes 20 de mayo la alerta en el municipio de Tabio estaba encendida
Nadie se explicaba cómo una mujer de 58 años había podido desaparecer en un municipio en donde la tranquilidad es una de sus principales fortalezas.
“No era una desaparición normal (...) es una señora y es una familia muy tranquila, no son personas que se vayan de fiesta o de paseo, son personas que manejan una vida muy normal, entonces eso nos dice que algo realmente había pasado”.
La familia acudió a la Policía pero la respuesta fue que debían esperan 72 horas, sin embargo, con la publicación de un aviso de búsqueda empezó a llegar a la información.
“Teníamos una imagen donde decíamos que la estábamos buscando, cómo estaba vestida, más o menos dónde se perdió (...) empezaron a sonar nuestros teléfonos de emergencia, a decirnos una serie de testimonios que le habían visto supuestamente en la vía Subachoque, el día anterior".
Pero los datos no eran concretos y carecían de credibilidad.
Cámaras de seguridad fueron pieza clave para hallar a Blanca Cecilia
Para dirigirse a su casa, la señora Cecilia debía caminar o tomar un transporte que recorriera la vía entre la vereda Río Frío y el municipio de Tabio. A las 7:55 minutos de ese domingo 19 de mayo, pasó frente a una finca en donde una cámara captó que caminó con dirección al pueblo y en su mano izquierda llevaba un palo.
Un minuto y 20 segundos después de haber llegado a ese punto, se salió a la mitad de la vía para ver si venía un transporte que la llevara al pueblo y como no vio nada, decidió tomar un descanso, 10 segundos después, se paró, volvió a mirar y continuó su camino.
En otro video captado metros más adelante, se ve que la mamá de Karen y Diego avanzaba por la vía, mientras una motocicleta pasa cerca de ella. Aún lleva el palo en la mano. A las 7:57 quedó el último registro de una de las mujeres más queridas del municipio de Tabio.
El lunes 20 de mayo por la tarde, los hermanos Martínez Santana hallaron una pista fundamental y que empezaría a indicar el camino para llegar a donde estaba su mamá: Diego relata que pasó algo muy particular, "creo que es como Dios mostrándonos las pistas, encontramos primero un palo, que era el que ella llevaba (...) y vimos unas gotas de sangre".
"Positivo para la búsqueda"
La mañana del martes 21 de mayo, mientras volaban el dron, el bombero Juan Moreno detectó algo que lo inquietó: “Aproximadamente a los 5 minutos de iniciar ese sobrevuelo, se evidencia una mancha blanca sobre el río”. Hicieron el acercamiento y parecía un costal, por lo que decidieron ir hasta el lugar a investigar de qué se trataba.
Con esfuerzo llegaron hasta el punto y empezaron a cerrar el cerco, constataron que no era un costal ni nada parecido era una prenda de mujer.
“Encontramos una chaqueta de color blanca que tenía manchas aparentes de sangre (...) En 100 metros aproximadamente hacia atrás, entre las zarzas, debajo de esas zarzas, encontramos pues el cuerpo sin vida de la señora Cecilia Santana”, dijo el capitán Farfán.
Karen recuerda cómo recibió la noticia. Estaba sola, esperando por información sobre su mamá. “Se acerca el capitán de bomberos de Cundinamarca y me dice, lo siento mucho. Yo estaba sola completamente y es un momento que nunca se me olvida”.
¿Qué pasó el día que desapareció Blanca Cecilia?
Establecerlo iba a ser una labor muy difícil, porque como suele ocurrir en estos municipios, los domingos disminuye el tránsito de las personas que viven en la región, pero crece el de los turistas que van a practicar todo tipo de deportes, lo que ampliaba la baraja de sospechosos.
La mañana del 21 de mayo de 2024, la población de Tabio, Cundinamarca, recibió la triste y lamentable noticia de la pérdida de una de sus habitantes más preciadas. Allí había nacido, crecido, se había casado y también se hizo madre.
Lo que pasó dos días antes en la vía que conduce del municipio de Tabio a la vereda Río Frío, era un misterio que debía resolver la investigadora Paula Tatiana Acosta y sus compañeros de la Sijín Sabana.
“Cuando nosotros ingresamos, evidentemente era una zona muy boscosa que, a simple vista, inclusive no se lograba ver el río, se escuchaba su cauce, pero no se lograba ver el río (…) El cuerpo estaba en sumersión completa, estaba semidesnudo, no se lograba observar el rostro de la persona”, explicó la investigadora criminal.
Varias heridas en el cuerpo y otros detalles llevan a descartar un hurto. “Lo que nos mostraba la escena, era que venía por un delito sexual, eso era lo que nosotros teníamos en primera instancia”.
Quien cometió el homicidio se aseguró de dejar el cuerpo en un lugar cubierto de maleza, con la intención de que el agua lo arrastrara, pero el poco caudal del Río Frío, impidió que eso sucediera.
Indignada, la comunidad exigía justicia, y que alguien dijera que era lo que había pasado, y quien lo había hecho, pero en ese momento, guardar silencio hacía parte de la estrategia, era posible que el asesino aún estuviera cerca.
¿Qué arrojaba el análisis de los videos de cámaras de seguridad?
“La víctima pasó por las primeras dos cámaras y se esperaba que ella pasara por una tercera, pero eso fue lo que no sucedió, lo hacemos es focalizar la investigación en este trayecto (…) Lo que más nos llamaba la atención después de analizar a todas las personas que estaban transitando por este sector era que pasaba una persona de sexo masculino con su pantalón sucio, decidimos focalizar aún más la investigación en esa persona e indagar sobre quién era esa persona, a qué se dedicaba, si la conocían en el sector o no”, explicó la patrullera Paula Tatiana Acosta.
En unas fotografías captadas de un video en poder de las autoridades se veía a una persona de similares características durmiendo la madrugada de ese domingo en las calles del pueblo. Pasadas las 7:00 de la mañana se levanta y toma la vía que conduce a la vereda de Río Frío en su mano, llevaba una bolsa blanca.
Los investigadores buscaron en diferentes cámaras del pueblo dónde podían captarlo. Lo ubicaron caminando por varias calles, sin una ruta fija y al parecer iba en estado de embriaguez.
Pero ¿cómo explicar que en el análisis y seguimiento de las cámaras ese hombre sale del pueblo temprano en la mañana y solo hasta las 11.58.37 es decir, dos minutos antes del mediodía, pasa frente a la cámara que captó a la señora Cecilia por segunda vez, un trayecto de un ser humano a pie que demora más de 30 minutos.
En lo profundo del análisis se advierte algo importante, cuando pasó por la cámara de la escuela, ya no caminaba de lado a lado como en estado de embriaguez, sus pantalones iban mojados y sucios.
A partir de allí se genera un retrato hablado y se cierra el cerco. Las autoridades logran hallarlo en una finca del municipio de Tabio. Había llegado a la región hacía poco más de un mes, nadie lo conocía y tenía un acuerdo informal de trabajo.
Las distancias, tiempos y circunstancias indicaban que Mario Humberto Castrillón Rivera y la señora Blanca Cecilia Santana tenían que haber coincidido en algún punto en la vía entre Río Frío y Tabio, solo que en ese preciso lugar no había cámaras.
Castrillón empieza a ser vigilado de lejos, pero inquieto porque muchos ojos lo miraban decide, en silencio, abandonar sus labores en la finca. "La información que teníamos era que se trasladaba en un bus intermunicipal que ya había abordado este bus y que tenía un rumbo desconocido".
La Policía se despliega y en un puesto de control fue requerido para una inspección de rutina, sin embargo, manifiesta no tener su documento de identificación.
¿Quién era y de dónde había llegado este hombre? ¿Cuál era su verdadera identidad?
Las respuestas estaban a 471 kilómetros de Tabio, en una población del departamento de Antioquia. Luego de una exhaustiva búsqueda en los archivos judiciales, las investigadoras descubrieron algo escabroso, el detenido estaría relacionado con ocho desapariciones en diferentes municipios de Antioquia.
Ocurrió en el suroeste antioqueño, una próspera y productiva región del país en donde las mujeres en su mayoría se dedican a labores del campo en especial al cultivo y cuidado del café.
Pero el 20 de diciembre de 2019 una de estas mujeres desapareció. El hecho causó estupor en la sociedad del municipio de Ciudad Bolívar y sus alrededores no solo porque era el segundo caso en los últimos meses, sino por las condiciones especiales de la señora María Teresa De Jesús Penagos Caro.
“A mi tía la asesinan cuando tenía 76 años, ella era como una niña en un cuerpo de adulta, no tuvo su madurez cognitiva, pero se hacía querer de todo el mundo”, relató su sobrina.
Fue encontrada por recolectores en un cafetal, según señalaron las autoridades, con la ropa mal puesta y muy golpeada.
La alarma creció cuando a principios de 2020 otra mujer aparece en similares circunstancias.
“Fuimos informados del hallazgo de una muchacha que había salido desde la vereda La Sucia y minutos más tarde fue encontrada al interior del río tapada con una piedra”.
En la región la alerta pasó de naranja a roja cuando a 37 kilómetros de allí, en el municipio de Salgar, tres mujeres anunciaban que en diferentes momentos modos y circunstancias. Alguien las atacó cuando caminaban hacia su casa.
“En el momento que yo iba caminando por la carretera yo iba hablando por celular y en un momento así de la nada me salió el hombre ese me dio un garrotazo me da en el lado derecho, quedé inconsciente. Me tiró a una cuneta y ahí hizo conmigo todo lo que quiso”, contó una de las sobrevivientes.
Un asesino en serie
Para las autoridades no era difícil establecer que estaban frente al temido y letal accionar de un asesino en serie que había usado el mismo ‘modus operandi’ en los casos de Ciudad Bolívar y Salgar, Antioquia.
“El patrón de esta persona era golpes en la cabeza con elementos contundentes heridas con arma blanca incluso en el rostro y partes de su cuerpo. Las personas siempre las encontrábamos semidesnudas en ocasiones en ropa interiores y en ríos, cercanos a ríos”.
Desde el primer homicidio el investigador Hinestroza siguió la pista del presunto homicida, con dificultad iba recogiendo evidencias. Ante la persecución, el presunto feminicida había trasladado sus acciones a la ciudad de Medellín y el municipio de Bello, su método había sido el mismo.
Pero los testimonios de las sobrevivientes no eran las únicas pruebas en contra de Rivera Ruiz. Los registros indicaban que el sospechoso tenía antecedentes por hurto y abuso, pero inexplicablemente andaba en libertad.
Sería en agosto de 2023 Cuando un juez del municipio de Fusagasugá, en Cundinamarca, lo condenaría y ordenaría su inmediata captura.
Prófugo de la justicia Rivera Ruiz se esconde en el municipio de Tabio, se hace pasar por jornalero en una finca de la región y el 19 de mayo de 2024 enfila su macabro plan en contra de una humilde ama de casa, la señora Cecilia Santana.
El 27 de mayo de 2024 Rivera Ruiz cae en poder de las autoridades y es señalado de cometer los atroces hechos de Antioquia y Cundinamarca.
Hoy después de casi un año de su captura y más de cuatro años de los hechos de Salgar y Ciudad Bolívar, la justicia avanza lentamente y se escucha el clamor de familiares y víctimas.
Carlos Andrés Rivera Ruiz permanece detenido en la cárcel del Barne, a pesar de que comprobaron su relación en nueve homicidios y que cinco personas más lograron identificarlo, la justicia apenas lo ha condenado a 14 años de prisión en uno de los 14 casos.