La máscara del miedo

No hay ningún oficio que demande mayor esfuerzo que el terror criminal. Los delitos atroces a los que se ha sometido a la población costeña tienen una finalidad: diezmar a la comunidad por medio del miedo.

Actos criminales con un toque de sevicia, combinados con la casi completa interconexión de la opinión pública han llevado a aterrar a la población; ya no es necesario diezmar la voluntad de los ciudadanos amenazados por medio de la violencia física de manera generalizada, solo basta con exhibir casos violentos que sirvan de ejemplo a los demás el costo de negarse a pagar una extorsión.

En la reciente encuesta de INVAMER, el 76,6% de los Barranquilleros afirma que la inseguridad es el principal problema, esta noción está muy bien correspondida con la cantidad de delitos que se cometen en la ciudad. El enfrentamiento de bandas criminales, sumado con la negligencia local y nacional han permitido el avance de organizaciones criminales que aprovechando el pujante crecimiento económico buscan por medios violentos sacar provecho.

En un informe realizado por Colibre, en comparación con el año pasado en el mismo periodo de tiempo, el delito de extorsión aumentó en un 236,7%. Un delito que no se debe normalizar y que sus actores parecieran tener un fuerte incentivo de beneficio. Probablemente por ser un crimen que no requiere un mayor esfuerzo que el hurto común, implica una menor exposición o riesgo y que, por los actos criminales con sevicia cometidos en la costa caribe; tienen una comunidad aterrorizada y susceptible de sucumbir con la sola amenaza. 

El miedo difundido en redes sociales, más el constante de la delincuencia común y las organizaciones criminales solo han sido la punta del iceberg de un mayor problema. En un desayuno con empresarios, se comentó; de parte del Gaula, que el alza en la criminalidad se debe a varios factores, entre ellos los errores procesales en la captura de los delincuentes, la reincidencia delincuencial y la mirada distante del gobierno nacional en temas de investigación, solución y visión sobre la reforma carcelaria y judicial, entre otros.

El tema central ha sido la evolución de la delincuencia en la mejora de sus prácticas delictivas. Ya la exposición no es solo por intimidación telefónica, citan a las víctimas a zonas apartadas de la ciudad, donde les llaman a intimidarlos y a pedirles grandes sumas de dinero. Ciertamente cada vez es más innovador esta práctica y al parecer lograron sobrepasar la misma capacidad institucional.

Pese al impopular asunto que esta cuestión suscita en el sentimiento de muchos conciudadanos, el libre porte de armas empieza a parecer no una solución razonable sino una necesidad urgente. Decía Molinari (escuela liberal francesa) que la seguridad como cualquier servicio indispensable puede ser prestado por los miembros de una sociedad, tal como la producción de seguridad privada que en nada se asemeja al fenómeno del paramilitarismo, con el cual indiscriminadamente se pretende ligar. La seguridad privada es el préstamo de un servicio, tal como cualquier otro servicio, incluso los edificios, condominios y varios complejos públicos tienen contratado un servicio de seguridad privada con completo éxito.

Al elevar drásticamente el riesgo de cometer delitos lo esperado es desincentivar a los futuros delincuentes a consumar un delito. El caso de EEUU puede resultar problemático, sin embargo, es mejor desmitificar. EEUU tiene menos muertes violentas por cada 100.000 habitantes que Colombia (Homicidios intencionales (por cada 100.000 habitantes) - Colombia, United States, Banco mundial). Otros países como Suiza son también las poblaciones con más armas por habitante del mundo y son en extremo seguros.

Los datos no mienten, la tenencia de armas no ocasiona la violencia, la falta de rigurosidad, la permisividad con los criminales, las universidades del delito (cárceles) e instituciones débiles sí.

Director de divulgación de Colibre
@carlosdazajr