Potencia Mundial de la Desinformación
El problema no es solo que el petrismo desinforme, sino que ha elevado la posverdad a política de Estado.
04:56 p. m.
Gustavo Petro ha convertido la desinformación en su estrategia de gobierno. Lo que empezó como una narrativa de resistencia contra el "establecimiento" se ha transformado en una maquinaria de manipulación diseñada para ocultar su falta de gestión, disfrazar sus fracasos y responsabilizar a terceros de sus propias incompetencias. En lugar de gobernar con hechos, lo hacen con tuits, y en vez de asumir responsabilidades, las diluyen en un mar de teorías conspirativas.
No es coincidencia que la administración de Gustavo Petro haya basado su comunicación en el conflicto permanente. Cada crisis es aprovechada para alimentar un discurso de victimización en el que la culpa siempre es del Congreso, de los medios de comunicación, de la "oligarquía", de los empresarios, o de cualquier otra entidad que no se alinee con su agenda. ¿Los resultados de su gestión? Un país paralizado por la improvisación y la incertidumbre, mientras el presidente y su círculo cercano siguen agitando fantasmas de golpes blandos, falsas consultas populares y sabotajes imaginarios.
En este ecosistema de manipulación, el sistema de medios públicos RTVC ha dejado de ser un canal de servicio para convertirse en el megáfono oficial del gobierno. Lo que antes debía garantizar pluralismo y equilibrio informativo, hoy es una plataforma dedicada a amplificar la narrativa presidencial sin contradictores ni contrapreguntas. Los programas disfrazados de periodismo repiten discursos oficiales, las entrevistas se diseñan para glorificar la gestión gubernamental y las voces críticas han sido desplazadas. Más que un medio estatal, RTVC es ahora el brazo mediático del petrismo.
Pero el control del relato no se limita a los medios tradicionales. En X, el petrismo ha construido una realidad paralela: solo en los primeros tres meses de 2025, Petro ha publicado más de 1.620 tuits (un promedio de 18 trinos al día). Sus seguidores replican sin cuestionar mensajes sin sustento que, al viralizarse, se transforman en "verdades" dentro de su burbuja digital. Antes, la manipulación dependía de bodegas de militantes pagos; ahora, las cuentas institucionales también se usan para desinformar, atacar a críticos y distorsionar el debate público.
Cuando la realidad choca con la narrativa oficial, el petrismo no rectifica, sino que redobla su apuesta. En lugar de reconocer que su reforma a la salud es destructiva, que la reforma pensional es inviable o que su política energética es un desastre, Petro y sus ministros insisten en que todo es parte de un "plan perverso" para impedirles gobernar. En este contexto, los medios de comunicación que informan con datos son tildados de "prensa hegemónica" y cualquier crítica es descalificada como "ataques de la derecha".
El problema no es solo que el petrismo desinforme, sino que ha elevado la posverdad a política de Estado. Su objetivo no es construir, sino mantener una base de seguidores que, en medio de la confusión, sigan creyendo que el país está mejor que nunca. Pero la realidad es implacable, y cuando el discurso choca con los hechos, las mentiras se desmoronan. El reto para Colombia no es solo desmontar la propaganda oficial, sino exigir un gobierno que rinda cuentas con resultados y no con relatos en el 2026.