Colombia en Asia: El desafío de mirar hacia Indonesia
Indonesia no es solo un mercado emergente; es un puente estratégico hacia un mundo que Colombia aún no se atreve a explorar.
01:06 p. m.
La diplomacia es un ejercicio de prioridades, y Colombia ha demostrado con creces que sus prioridades suelen ser las mismas de siempre: el vecindario inmediato, Estados Unidos y, en años recientes, una obsesiva búsqueda de espacios en Europa. Mientras tanto, la vasta región de Asia, llena de oportunidades y desafíos estratégicos, sigue siendo una asignatura pendiente. Dentro de este vacío diplomático, el caso de Indonesia sobresale no solo como una oportunidad perdida, sino como un espejo de las carencias de nuestra política exterior.
Indonesia no es solo un mercado emergente; es la mayor economía del sudeste asiático y un actor estratégico en foros como el G20 y ASEAN. En un mundo donde el poder económico y político se desplaza hacia el Indo-Pacífico, Indonesia podría ser el aliado ideal para que Colombia acceda a un mercado de más de 600 millones de consumidores. Sin embargo, nuestro enfoque diplomático sigue siendo reactivo y corto de miras, sin explorar el verdadero potencial de esta relación.
El comercio bilateral es un ejemplo claro de estas oportunidades perdidas. Mientras otros países de América Latina, como Brasil y México, han diversificado sus exportaciones al continente Asiático, Colombia sigue centrada en mercados tradicionales. Indonesia ofrece un abanico de posibilidades, desde el café y las flores colombianas, muy demandadas por su clase media en crecimiento, hasta productos como carne de res y cuero. Pero estos intercambios requieren superar barreras como la certificación halal y la adaptación a los gustos locales, algo que podría facilitarse con políticas estatales proactivas, que hasta ahora brillan por su ausencia.
En el ámbito energético, la complementariedad entre ambos países es evidente. Indonesia invierte fuertemente en energías renovables como geotermia, solar e hidroeléctrica, mientras que Colombia tiene una larga experiencia en proyectos hidroeléctricos. Este podría ser un eje central para la cooperación, tanto en transferencia tecnológica como en proyectos conjuntos que enfrenten el cambio climático. Sin embargo, estas posibilidades apenas se mencionan en la agenda bilateral, reflejando la falta de ambición estratégica.
El intercambio cultural y educativo también ha sido insuficiente. Aunque Indonesia ofrece programas de becas y de intercambio académico, estos recursos apenas han sido aprovechados por Colombia. Promover un intercambio más robusto, incluyendo la enseñanza de español y bahasa indonesio, no solo estrecharía lazos, sino que permitiría superar las brechas culturales que limitan la cooperación.
En el frente multilateral, Indonesia podría ser una puerta de entrada para Colombia en foros estratégicos como ASEAN o APEC, cruciales para fortalecer su posicionamiento global. Estos espacios no solo promueven el comercio, sino también alianzas en temas de seguridad, sostenibilidad y desarrollo. Sin embargo, Colombia sigue operando bajo un modelo de diplomacia reactiva, enfocado en apagar fuegos inmediatos en lugar de construir relaciones a largo plazo que amplíen su influencia global.
Indonesia no solo representa una oportunidad económica; es un socio potencial para redefinir la política exterior colombiana, marcada por su dependencia de unos pocos actores tradicionales. Indonesia, con su dinamismo económico y posición privilegiada, es solo un ejemplo del potencial que ofrece la región. No se trata solo de abrir mercados, sino de construir alianzas que diversifiquen nuestra economía y amplíen nuestro horizonte diplomático. Si Colombia aspira a ser relevante globalmente, debe adoptar una visión audaz que reconozca en Asia un socio esencial para enfrentar los retos del siglo XXI. Indonesia puede ser el inicio de una transformación necesaria en nuestra política exterior.