Silenciarnos es el secreto a voces del régimen venezolano
Cuando sentimos que estamos ad portas de regresar a lo que fuimos, vemos de nuevo el operar maquiavélico del régimen contra la libertad de expresión.
06:00 a. m.
En Venezuela hemos vivido cualquier tipo de violación a los derechos humanos. Atropellos que se han convertido en un secreto a voces para el mundo entero.
Evidencias, denuncias y hechos flagrantes, incluso en vivo, han marcado un punto de inflexión en la historia de Venezuela, manejada por un régimen sin escrúpulos y que, a toda costa, busca silenciar a quienes se atreven a levantar su voz.
Las primeras víctimas de la mordaza fuimos los periodistas, quienes éramos perseguidos, amenazados y silenciados por no seguir una línea de irregularidades que, hasta el momento, parecen haberse perpetuado. Fui testigo de los más dolorosos cubrimientos periodísticos, donde ver y callar era parte de la dinámica de informar en un país censurado.
Es cruel ver cómo ese panorama se repite una y otra vez con el pasar de los años. En este punto, hay un gran movimiento que vuelve a salir a las calles para exigir libertad, y cuando sentimos que estamos ad portas de regresar a lo que fuimos, vemos de nuevo el operar maquiavélico del régimen contra la libertad de expresión.
La prensa es acechada, y ya no solo la propia, sino la de afuera; esa que expone su vida para registrar cómo es la Venezuela de la dictadura. Tampoco pasan desapercibidos los activistas políticos y el pueblo fracturado, pero valiente, que sigue en pie de lucha, lamentablemente, a merced de los vejámenes de una dictadura de la que no se escapan las desapariciones forzadas de las que hemos sido testigos en los últimos días.
¿Dónde están? ¿Qué hacen con ellos? Son las preguntas que nos hacemos millones de venezolanos que no nos acercamos a tan siquiera imaginar la angustia de las madres y los hijos de quienes han sido desaparecidos frente a los ojos del mundo.
Los que aparecen, están detenidos en calabozos y, seguramente, en los llamados centros de tortura. Esa es la Patria del régimen, en la que no hay control ni un mínimo de respeto, donde menores están viviendo en carne propia la crudeza de la desmesurada sed de poder que no conoce límites.
Desde el cierre de RCTV en 2007, uno de los canales nacionales más importantes de Venezuela, quedó en evidencia la censura a la que hemos estado sometidos por muchos años, donde informar es un delito, para no llamarlo una sentencia de muerte.
Los venezolanos han recurrido desde entonces a las redes sociales y a las aplicaciones de mensajería instantánea para abrazar a los que tuvimos que huir, y para informar al mundo lo que sucede, entonces ahí vuelve y juega el régimen, ese que amenaza con “apagar el botón” para seguir callando a un pueblo que sigue cargando la pesada cruz de la mordaza y la censura.