“Yo escribo para tratar de saber qué es la soledad”: El antes y el después de Gabriel García Márquez
Estas fueron las épocas en las que el Nobel colombiano se inspiró para escribir su novela.
Noticias RCN
07:50 p. m.
En 1971 París era la ciudad anhelada. El lugar de encuentro para intelectuales y escritores de América latina.
En ese octubre, Neruda oficiaba como embajador del Gobierno de Allende en Francia, el poeta organizó una cena y en la depurada lista de sus invitados estaba Gabriel García Márquez, el novelista colombiano a quien sus amigos llamaban Gabo y él prefería llamar por su nombre de pila.
La televisión nacional de Chile estaba presente. No era para menos, su poeta más preciado acababa de recibir el premio más codiciado de la literatura, así que había un motivo grande para celebrar, pero también se trataba del logro de otro anhelo: ganar el Nobel de Literatura por una poética que encarnaba el sentir de un continente.
Fue entonces cuando al corresponsal chileno se le ocurrió que García Márquez, autor de cuentos y relatos de 3 magníficas novelas: La Hojarasca, El Coronel no tiene quien le escriba y Cien Años de Soledad, podía entrevistar a su amigo el poeta.
Cinco años más tarde, en 1976 y en Bogotá, Gabo insistió ante el periodista Germán Castro Caicedo en que, por encima de Cien años de Soledad, había otra novela que para él era la mejor, porque la hizo a pulso y porque la escribió en sus años de escasez en París.
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"Estaba escribiendo como un tren"
“Fue una época difícil porque no teníamos dinero, pero, en cambio, en la época muy buena, pero estaba escribiendo como un tren. Cuando mi abuelo se murió, mi abuela me dijo que mi abuelo se había muerto esperando tu su pensión de veterano, pero yo no me preocupo porque a ustedes les llegará”, indicó Gabo en una entrevista.
Sin embargo, su entrevistador lo incitó a hablar de la que le dio renombre de 11 años atrás en 1965 y de esos años de soledad y contingencia en Ciudad de México.
“Se tapó el teléfono y me preguntó que cuánto tiempo me faltaba terminar el libro y yo le dije que como 6 meses. Entonces ella le dijo al señor que no solo le debíamos 3 meses, sino que le íbamos a deber seis más”, añadió Gabo.
El famoso escritor era consciente de que ya había una obra cumbre y que esta marcaría el presagio de su conversación con el Nobel Neruda para seguirlo 11 años más tarde, en 1982, en el palmarés del galardón atronador.
Después de la hermosa tempestad, surgió la calma, puesto que de vuelta a España debió entrenarse todavía más en aprender a torear la fama, para poner los pies sobre la tierra y para decirles a los críticos, que él era, ante todo, un autor realista.
“Y yo puedo demostrar que detrás de todos y de cada línea de mis libros, hay un hecho real”.
El Gabo coronado debió jurarse que quería seguir siendo periodista y que, tras el ruido del Nobel, debía, sobre todo, refugiarse otra vez en su inmensa soledad.
Lo que pasa es que si yo llego a descifrarlo probablemente no vuelva a escribir, porque precisamente yo escribo es para tratar de saber qué es la soledad.