"Investigué cómo quitarme la vida sin que me doliera”: relato de una depresión por la pandemia
Esta es la historia de un hombre que atravesó lo que miles han padecido en silencio desde que empezaron las malas noticias y las medidas por el covid-19.
Nancy Velasco
07:20 p. m.
Camilo Rodríguez tiene 47 años, es un padre de familia divorciado y se dedica a la producción de eventos, un oficio que lleva en su ADN y uno de los más golpeados con el aislamiento preventivo obligatorio. Hoy este bogotano habla de la vida con el brillo en los ojos de quienes regresan de una larga y difícil travesía.
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“Pienso que solo despertarse ya es el inicio de una felicidad. Cada día es como una nueva oportunidad”, pero hace unos meses pensaba todo lo contrario. Por su cabeza rondaban, día y noche, ideas que lo pusieron en el filo de la navaja.
“A mí las ganas de vivir se me acabaron, lloraba todo el tiempo, no sabía qué hacer, para dónde coger. Hay que ver la angustia que lo aborda cuando recuerda estos tiempos”, asegura.
Porque fueron tiempos oscuros, densos, en los que las tareas más sencillas como dormir, comer, pensar claro y hablar parecían muy difíciles, pues la vida se volvió una carga. Él enumera tan solo algunas de las razones:
“Toda esta depresión, la cobradera, esas llamadas para cobrar en realidad le generan a uno un impacto muy fuerte”.
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También su única hermana, Adriana Rodríguez, quien además es su amiga, recuerda con angustia aquella época. Ella sentía impotencia ante la peligrosa crisis que la pandemia detonó en su hermano.
“Tenía miedo porque veía que mi hermano estaba muy desmotivado, estaba muy deprimido y cada vez lo veía más cansado”, señala.
Mientras ella trataba de darle apoyo, Camilo estaba dando vueltas sobre algo muy peligroso: “Digamos que lo primero que empecé a investigar fue cómo quitarme la vida sin que me doliera”.
Sus dos hijos y la exesposa, que viven fuera del país, no tenían idea de la angustia y el caos emocional que atravesaba. En ese momento Camilo era uno de millones de personas en Colombia y en el mundo que colapsaron bajo el signo de las cuarentenas y el miedo.
El caos mental
Cuando echa una mirada a esos días, semanas y meses de la crisis que atravesaba su hermano, Adriana Rodríguez concluye que “la pandemia lo potencializó todo, lo hizo muchísimo peor”.
Mientras que Camilo piensa en el primer impacto que causaron las órdenes de aislamiento preventivo y obligatorio en Bogotá. Las que muy pronto se extendieron al resto del país.
“Ese primer fin de semana en que se anuncia que hay cierres masivos, toques de queda nosotros teníamos ya eventos andando que tocó pararlos y de una vez empezaron los encierros. No hay eventos masivos, la gente no vuelve, no hay más conciertos, no hay partidos de fútbol, no hay eventos deportivos, de una nosotros paramos”.
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El productor de eventos bogotano tenía antecedentes por depresión y, una noche, el caos mental y la angustia que trajo la llamada “nueva realidad” lo llevó al borde de lo único que no tiene reversa.
Esa noche Camilo llegó a su casa, solo, y tomó los medicamentos que usaba en ese tiempo. Luego fue por lo que nunca había pensado en usar.
“Yo tengo un arma en mi casa para protección personal y me la puse en la boca. Me iba a quitar la vida, pero pues algo pasó y no lo hice. Lo próximo que recuerdo es que yo abro los ojos y obviamente están ahí todos los medicamentos, tengo la pistola al lado, me puse a llorar y llamé a mi hermana que ha sido como el apoyo más grande que he tenido en este proceso y me llevó a la clínica”.
Adriana encuentra la explicación al milagro en una dimensión espiritual. “No sé qué pudo haber pasado ahí… las oraciones de mi mamá, los angelitos, la conexión que uno tiene definitivamente con la vida”.
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Luego tomó la mejor decisión y le dijo que iban de inmediato a la clínica para atención en salud mental. Ingresó por urgencias y se quedó 21 días. Aunque entró peleando con médicos y enfermeros, como él mismo lo reconoce, el paso por tres pabellones cambió su comprensión de las cosas. Allí empezó a buscar razones para seguir viviendo
“O sea hay muchas razones por las cuales uno debe seguir, a veces uno se da mucho látigo porque uno mira mucho hacia arriba, entonces (uno cree) todo está acabado, no pude, no la logré, ya no puedo, ya la edad. Pero a veces cuando uno mira para abajo se da cuenta de lo afortunado, de todo lo que uno ha hecho, de que uno está completo, que tiene un techo, una familia que no se acuesta sin comer … y entonces empieza uno a ver que la vida de uno es maravillosa”.
El escenario de la esperanza
En la clínica también se dio cuenta que entraba mucha gente, que los casos por trastornos mentales eran una cantidad enorme, y esto también le hizo ver que no estaba solo en su crisis.
Además, entre todo lo que pensó se le ocurrió que podría hacer algo por los colegas que estaban en peores condiciones y cuando lo dieron de alta puso en marcha un proyecto solidario haciendo equipo con otros productores de eventos.
“Yo no quería quedarme sin hacer nada, entonces creamos algo que se llama 'stage hope' que es el escenario de la esperanza. Nos unimos como manada para ayudar. Obviamente es indescriptible pensar que hace un par de meses yo me quería quitar la vida, y después impactar a un número de personas que en realidad la estaba pasando mal, muy mal, que no tenía un plato de comida”.
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Camilo Rodríguez todavía no canta victoria, sigue en tratamiento, pero siente que ya está del otro lado.
“En este momento que ya estamos volviendo como a los escenarios y volviendo a trabajar pues yo estoy en esa tarea apoteósica de intentar empezar a pagar todo lo que debo”.
Pese a las graves dificultades económicas que tuvo y que apenas comienza a superar habla de grandes motivos para vivir.
“Yo en este momento soy otra persona, estoy decidido a comerme el mundo, no hay fronteras, eh aprendí muchas cosas, estudié mucho. Es de alguna manera volver a nacer, pero ya valorando más cosas, ahora uno valora muchas cosas que antes de pronto no se valoraban”.